21 de noviembre de 2024 - 11:16 A pesar del triunfo de Trump, o quizás justamente por eso, China acelera su estrategia para consolidar su presencia en América Latina. Lo hace cómo siempre: a través de proyectos de infraestructura. Y está semana doy un paso importante al inaugurarse el megapuerto de Chancay en Perú. Se trata de un proyecto de 3400 millones de dólares que busca posicionar a Perú como un actor clave en el comercio global, especialmente con Asia. Un dato no menor: la inauguración del puerto contó con la participación virtual del presidente chino Xi Jinping.
Una obra bajo sospecha
Sin embargo, el proyecto del puerto de Chancay enfrenta algunas controversias. Está categorizado como de uso público pero la empresa china Cosco Shipping Ports Limited, que posee el 60% del puerto, se niega a pasar bajo la regulación del ente supervisor de infraestructura de transporte en Perú. Esto generó cuestionamientos sobre si el puerto operará bajo el mismo marco legal que otros puertos.
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La empresa china Cosco Shipping Ports Limited,posee el 60% del puerto
Además, existe preocupación de que el puerto pueda ser utilizado con fines militares, algo que China negó. Estados Unidos viene criticando la creciente influencia china en la región, viendo esto como un riesgo a su liderazgo.
Más allá del puerto de Chancay, informes de organizaciones de la sociedad civil de América Latina cuestiona el financiamiento chino a proyectos en la región. Señalan problemas como impactos ambientales y sociales, falta de transparencia y cláusulas abusivas en los contratos.
Según los informes, los proyectos financiados por China a menudo se ubican en áreas ecológicamente vulnerables o territorios indígenas, sin realizar estudios de impacto adecuados o sin el consentimiento de las comunidades. También se critica la falta de políticas ambientales y sociales del Banco de Desarrollo de China.
Casos concretos como la explotación de litio en Fiambalá, Argentina, y los proyectos mineros en Perú, muestran cómo las comunidades locales se vieron afectadas por los proyectos respaldados por China.
Las organizaciones demandan que China reoriente su financiamiento hacia proyectos más sostenibles, establezca mejores salvaguardas ambientales y sociales, y mejore la transparencia y comunicación con las comunidades afectadas.
En general, si bien China logró consolidar su presencia en América Latina a través de grandes proyectos de infraestructura, existe creciente preocupación sobre los impactos negativos y la falta de transparencia en estos acuerdos. Esto plantea desafíos para la relación entre China y los países de la región.
Perú, en particular, se vio envuelto en estas controversias por el puerto de Chancay. El gobierno de Boluarte buscó capitalizar políticamente este proyecto, pero enfrenta crecientes protestas y cuestionamientos internos y externos.
En resumen, la relación entre China y América Latina, y específicamente con Perú, muestra una creciente presencia e influencia de China a través de grandes proyectos de infraestructura, pero también una preocupante falta de transparencia y estudios de impacto, lo que genera cuestionamientos y conflictos con las comunidades locales y otros actores internacionales.
Llega Donald Trump
El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos,podría impactar en la presencia de China en América Latina. Durante su mandato anterior, Trump adoptó una postura más confrontativa hacia China.
El nuevo gobierno de Trump probablemente redoblaría los esfuerzos para contrarrestar el avance de China en América Latina. Esto podría incluir mayores presiones diplomáticas, restricciones comerciales y financieras, e incluso acciones para bloquear o dificultar proyectos chinos de infraestructura en países de la región.
Sin embargo, algunos países de América Latina podrían resistirse a las presiones de Estados Unidos y mantener o incluso profundizar sus vínculos con China, especialmente si ven en Pekín una alternativa más flexible y menos condicionada que Washington.
Argentina y Estados Unidos
La reunión que mantuvieron durante la cumbre del G20 en Brasil, Javier Milei y Xi Jinping, no solo reveló el fuerte acercamiento que el gobierno argentino mantiene con China si no algo mas importante: el fuerte contraste con la hostil posición que adoptará el futuro gobierno de Trump hacia China.
Mientras Milei celebraba la victoria de Trump, su funcionario Juan Pazo viajó a China para promover el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) y buscar más inversión china en sectores clave como minería e infraestructura. Esto incluye reuniones con empresas chinas como Chinalco, Jiuling Lithium y compañías de infraestructura.
El contraste es claro: mientras Trump y su posible secretario de Estado Marco Rubio se perfilan como "enemigos" de China, Milei ve a Pekín como un "socio comercial muy interesante" que no "exige nada" a cambio de su financiamiento.
Habrá que ver entonces si el gobierno de Trump podría dificultar o intentar bloquear los proyectos chinos en Argentina, como parte de sus esfuerzos por limitar la influencia de de ese país en América Latina. En cambio, ahora Milei parece dispuesto a profundizar los vínculos con China, posicionándolo como una alternativa a la creciente tensión con Estados Unidos.
En resumen, el triunfo de Trump representaría un desafío para los planes de Milei de atraer más inversión china, mientras que el presidente argentino busca aprovechar la disposición de Pekín a financiar proyectos en el país sin mayores condicionamientos políticos.