Un reciente informe de la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad del Congreso de Estados Unidos advierte sobre el impacto de las prácticas comerciales chinas no solo en su propio territorio, sino también en terceros países. La preocupación no es nueva, pero se intensifica a medida que China gana participación en mercados clave, desplazando a competidores extranjeros y fomentando un proceso de desindustrialización global.
El documento, que describe el fenómeno como el “China Shock”, señala que la expansión internacional del gigante asiático se basa en subsidios masivos, empresas estatales orientadas políticamente, violaciones sistemáticas de propiedad intelectual y, en ciertos casos, trabajo forzado.
El acuerdo entre EE.UU. y Argentina: una advertencia indirecta
El “acuerdo marco” sobre comercio e inversiones firmado recientemente entre Estados Unidos y Argentina incluye cláusulas específicas que apuntan —sin mencionarlo abiertamente— a limitar la influencia china. Entre ellas se destacan los compromisos en patentabilidad, control de subsidios pesqueros e industriales, y reglas estrictas contra el trabajo forzoso y en defensa de los derechos laborales.
También se plantea la intención de facilitar el comercio de minerales críticos, un rubro donde China ha avanzado agresivamente en América Latina. La suma de estos elementos representa una hoja de ruta con objetivos claros: frenar el avance chino y recuperar espacio en un mercado estratégico como el argentino.
Un vínculo comercial desequilibrado
El análisis norteamericano se refleja en los datos del comercio bilateral: en los primeros diez meses de 2025, Argentina acumuló un déficit de USD 7.266 millones con China, superando incluso el rojo con Brasil y la Unión Europea. El superávit comercial argentino, si se excluye a China, aumentaría más del 100%.
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Pese a una leve mejora en octubre por el pico de ventas de poroto de soja durante la eliminación temporal de retenciones, el gigante asiático consolidó su estrategia de importar materia prima y procesarla internamente, generando dependencia estructural y limitando el valor agregado argentino.
Plataformas chinas, subsidios ocultos y pymes en riesgo
El informe también se detiene en el rol de plataformas como Shein y Temu, acusadas de evadir controles y violar leyes de propiedad intelectual. A través del régimen “De minimis” —que permite ingresos sin aranceles para paquetes inferiores a USD 800— estas compañías evitaron pagar cerca de USD 10.000 millones anuales, generando una “competencia desleal” que impacta especialmente a las pymes locales.
El propio presidente de Mercado Libre en Argentina, Juan Martín de la Serna, pidió regularlas por el perjuicio que generan a los pequeños productores. Sin embargo, en un giro pragmático, Marcos Galperin relativizó esas críticas, atento a que Estados Unidos también podría cuestionar exenciones fiscales locales, como las que otorga la Ley de Economía del Conocimiento.
Trabajo forzado y denuncias de derechos humanos
Uno de los aspectos más delicados del informe es la mención a trabajo forzado, especialmente en el caso de Shein y el uso de algodón de Xinjiang, una región donde la minoría uigur ha sido objeto de represión estatal. Según investigaciones citadas por Bloomberg, estas prácticas violan la Uyghur Forced Labor Prevention Act, legislación de EE.UU. que prohíbe la importación de bienes producidos en condiciones de esclavitud moderna.
Washington ha calificado estas acciones de “genocidio” y la ONU las considera “posibles crímenes de lesa humanidad”, lo que convierte al tema en una bandera no solo comercial, sino también geopolítica y moral, frente a países que mantienen relaciones económicas activas con Beijing.
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Milei, China y la tensión diplomática que se viene
En este escenari y tal como se viene hablando desde ElArchivo,la posición argentina se vuelve central. Pese a su retórica anti-China en campaña, el presidente Javier Milei autorizó el ingreso sin visa de ciudadanos chinos y mantiene activo el swap de USD 5.000 millones con el Banco Central de China. Esto refleja una evolución pragmática, en la que la necesidad económica se impone sobre la ideología.
Sin embargo, el futuro embajador de EE.UU. en Argentina, Peter Lamelas, fue tajante ante el Senado norteamericano: su objetivo será “expulsar a China poco a poco del país”. Las presiones ya comenzaron y todo indica que Argentina será un campo de disputa estratégica, donde la política comercial y los derechos humanos se entrelazarán cada vez más.