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Prácticas predatorias

China y el lado oscuro de su estrategia energética

La estrategia de dominación energética china tiene condiciones financieras leoninas que comprometen la independencia de varios países, muchos en América Latina.

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3 de julio de 2025 - 15:32 Por Redacción El Archivo

Un extenso informe del New York Times revela la arquitectura de la nueva hegemonía energética china, pero detrás de los impresionantes números de exportaciones y patentes tecnológicas se oculta una estrategia más siniestra: la construcción de un imperio energético basado en la dependencia tecnológica y el endeudamiento insostenible. América Latina sabe de qué se trata.

Mientras Beijing se presenta como el líder mundial de la transición hacia energías limpias, la realidad muestra cómo China utiliza préstamos predatorios, condiciones comerciales leoninas y chantaje tecnológico para someter países en desarrollo a su esfera de influencia. Este análisis examina los mecanismos que transforman la promesa de un futuro energético limpio en una nueva forma de colonialismo del siglo XXI.

La "diplomacia de la trampa de deuda" china, término acuñado por el analista estratégico , se convirtió en una herramienta efectiva desplegada como parte de la estrategia china, según documenta el Wilson Center. Los números del Times son elocuentes: China exportó 65.000 millones de dólares en baterías de litio contra apenas 3.000 millones de Estados Unidos, pero estos datos esconden las condiciones bajo las cuales Beijing financia la infraestructura que permite esta supremacía. Desde 2023, las empresas chinas han anunciado 168.000 millones de dólares en inversiones extranjeras en energías limpias, pero estas cifras representan préstamos con tasas de interés superiores a las del mercado y cláusulas que permiten a Beijing apoderarse de activos estratégicos cuando los países no pueden pagar.

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China impone cada vez mas condiciones leoninas en América Latina

China impone cada vez mas condiciones leoninas en América Latina

El caso paradigmático es el puerto de Hambantota en Sri Lanka, donde incapaz de pagar su deuda, Sri Lanka otorgó a China una participación accionaria controladora y un arrendamiento de 99 años, según documenta el Center for Strategic and International Studies. Este modelo se replica sistemáticamente: China financia proyectos de infraestructura energética a través de su Iniciativa de la Franja y la Ruta con préstamos que los países receptores no pueden sostener, para luego apoderarse de puertos, centrales eléctricas y redes de transmisión cuando llega el inevitable default. El objetivo último de China es ganar influencia sobre las naciones y potencialmente apoderarse de su infraestructura y recursos, advierten analistas especializados.

Alarma en América Latina

En América Latina, esta estrategia cobra dimensiones alarmantes. Venezuela debe a China más de 50.000 millones de dólares en préstamos respaldados por petróleo, convirtiendo al gigante asiático en el principal acreedor de un país en colapso económico. Ecuador hipotecó su producción petrolera por décadas para financiar proyectos chinos, mientras que Argentina negocia nuevos préstamos chinos que podrían comprometer sus reservas de litio. El Times menciona cómo empresas chinas construyen fábricas de vehículos eléctricos en Brasil, pero omite que estos proyectos vienen acompañados de cláusulas que otorgan a Beijing control sobre las cadenas de suministro locales y acceso preferencial a materias primas estratégicas.

La restricción china de exportaciones de imanes de tierras raras, documentada por el Times, ejemplifica la naturaleza coercitiva de la estrategia china. Beijing controla más del 90% de la producción mundial de estos materiales críticos para turbinas eólicas y vehículos eléctricos, y ahora los utiliza como arma geopolítica. Para las naciones occidentales, la Iniciativa de la Franja y la Ruta es vista como "diplomacy de trampa de deuda" - un esquema de financiamiento de desarrollo que busca sobrecargar a los países con préstamos inasequibles, según el Wilson Center. El mensaje es claro: acepten la tecnología china con sus condiciones, o quédense sin acceso a la transición energética.

El modelo chino combina tres elementos letales: monopolización de materias primas, financiamiento predatorio y dependencia tecnológica. China no solo domina la extracción y procesamiento de litio, cobalto y tierras raras, sino que condiciona el acceso a estos materiales a la aceptación de sus términos comerciales. Los préstamos chinos vienen con tasas de interés variables que pueden dispararse, cláusulas de confidencialidad que impiden la supervisión democrática, y garantías soberanas que comprometen activos estatales. Cuando los países no pueden pagar, China no ejecuta embargos tradicionales sino que toma control operativo de la infraestructura, manteniendo la ficción legal de soberanía nacional.

Los casos africanos ilustran el patrón. En Zambia, China controla las principales minas de cobre del país tras una serie de restructuraciones de deuda. En Kenia, Beijing financia el parque eólico más grande de África mencionado por el Times, pero las condiciones del préstamo otorgan a empresas chinas control sobre la red eléctrica nacional. En Pakistán, la construcción de la planta nuclear más grande del país viene acompañada de cláusulas que permiten a China usar instalaciones portuarias con fines militares. Este patrón se replica sistemáticamente: infraestructura energética financiada con deuda insostenible que termina bajo control chino.

Para América Latina, la trampa china representa una amenaza existencial a la soberanía nacional. Los países de la región poseen las materias primas que China necesita para mantener su hegemonía energética, pero Beijing utiliza préstamos predatorios para asegurar acceso privilegiado a estos recursos. El litio argentino y boliviano, el cobre chileno y peruano, el petróleo venezolano y brasileño: todos están siendo progresivamente hipotecados para financiar proyectos chinos que generan más dependencia que desarrollo. Brasil, mencionado en el reportaje del Times, recibe inversiones chinas en vehículos eléctricos, pero estas vienen condicionadas al uso de baterías chinas, componentes chinos y tecnología china, creando cadenas de dependencia que perdurarán décadas.

La estrategia global de China

La estrategia china es particularmente insidiosa porque se presenta como cooperación sur-sur y desarrollo sustentable, ocultando sus verdaderas intenciones detrás de la retórica ambientalista. Mientras Estados Unidos ofrece un modelo energético tradicional basado en combustibles fósiles pero con términos comerciales transparentes, China promete tecnología del futuro pero con condiciones que comprometen la soberanía nacional. Los préstamos chinos no solo son más caros que los de instituciones multilaterales, sino que vienen con cláusulas que permiten a Beijing interferir en decisiones de política interna cuando considera que sus intereses están amenazados.

El resultado es una nueva forma de colonialismo energético donde los países formalmente independientes pierden control sobre sus recursos estratégicos y su infraestructura crítica. China construye su hegemonía global no solo a través de superioridad tecnológica, sino mediante un sistema de dependencia financiera y tecnológica que hace imposible la competencia. Cuando un país acepta tecnología china, préstamos chinos y materias primas chinas, queda atrapado en un ecosistema del cual es prácticamente imposible escapar. Esta es la verdadera naturaleza de la "nueva guerra fría energética": no una competencia entre modelos de desarrollo, sino una lucha entre la independencia nacional y la sumisión a un nuevo imperio hegemónico que utiliza la transición energética como instrumento de dominación geopolítica.

Fuente principal: The New York Times, 30 de junio de 2025. Por David Gelles, Somini Sengupta, Keith Bradsher y Brad Plumer.

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