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Tensión mundial

Irán busca el caos y amenaza con cerrar el estrecho de Ormuz

El estrecho entre Irán y Omán concentra tensiones geopolíticas. Los ayatolas amenazan con cerrarlos luego de los ataques de Israel y Estados Unidos

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23 de junio de 2025 - 12:01 Por Lucas Garcia

A partir del conflicto entre Israel e Irán y el involucramiento de Estados Unidos, el centro de gravedad de la política internacional no es una gran capital, ni una sala del Consejo de Seguridad de la ONU. Es una franja de agua de apenas 33 kilómetros de ancho en su punto más amplio y 9 kilómetros de navegación útil: el Estrecho de Ormuz. A primera vista, una lengua de mar sin gran presencia territorial. En los hechos, una arteria estratégica que transporta casi una quinta parte del petróleo mundial y más del 20% del gas licuado. Hoy, este canal angosto y geopolíticamente explosivo podría convertirse en el escenario de una escalada sin precedentes entre Estados Unidos e Irán.

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Irán tiene capacidad para cerrar ese paso clave del petróleo mundial

Irán tiene capacidad para cerrar ese paso clave del petróleo mundial

La pregunta ya no es si Estados Unidos volverá a atacar. La Casa Blanca ya tomó la iniciativa al bombardear instalaciones nucleares en territorio iraní. La pregunta ahora es si Irán cumplirá su amenaza más temida: cerrar el Estrecho de Ormuz. Un gesto que no solo implicaría bloquear el flujo energético del golfo Pérsico, sino también poner contra las cuerdas a la economía global y probar los límites de la diplomacia internacional.

Un canal estrecho con poder global

Ormuz no es solo un punto en el mapa: es el corazón del mercado energético global. Cada día transitan por allí entre 15 y 20 millones de barriles de petróleo, además de gas natural licuado (GNL) y gas licuado de petróleo (GLP). Más del 80% de ese flujo se dirige a mercados asiáticos, principalmente a China, que ha mantenido vínculos estratégicos con Teherán.

El impacto de un posible cierre sería inmediato. Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Kuwait perderían su salida principal al mar. Incluso Arabia Saudita, con su oleoducto Este-Oeste, sufriría consecuencias. Y la misma Irán también se vería afectada, ya que su petróleo sigue esa misma vía. Pero en este juego no parece primar la racionalidad económica, sino el cálculo estratégico.

¿Una amenaza real o una carta de presión?

Irán ya amagó con esta medida en 2018, y en 2019 demostró que su Guardia Revolucionaria tiene capacidad táctica en la zona, al retener un buque petrolero británico durante semanas. Hoy, esa amenaza vuelve a la mesa: el Parlamento iraní ha recomendado formalmente el cierre del canal, y la Guardia Revolucionaria ha advertido que la opción “está siendo considerada”.

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¿Es un farol? ¿O estamos ante la antesala de una nueva crisis energética global? Lo cierto es que un eventual bloqueo requeriría tiempo y podría provocar un salto en los precios del petróleo, tarifas de tránsito más altas y primas de seguros desorbitadas incluso si no se concreta. El simple riesgo ya ha hecho que el Brent supere los 80 dólares el barril, lo que no ocurría desde hacía meses.

China, actor clave en la sombra

El temor es tal que Estados Unidos ha pedido a China que intervenga para frenar a Irán. No es casual: el país asiático es el principal cliente del petróleo iraní y tiene influencia política sobre Teherán. Pero ¿está Pekín dispuesto a mediar en un conflicto que también puede debilitar a su rival geopolítico estadounidense?

El conflicto en torno al Estrecho de Ormuz condensa muchas de las tensiones del orden internacional contemporáneo: el declive del multilateralismo, el recrudecimiento de las disputas energéticas, la fragilidad de las rutas globales de abastecimiento y la irrupción de nuevas potencias no alineadas.

En este contexto, el canal entre Omán e Irán no es solo una vía marítima. Es un termómetro de la estabilidad mundial. Y la gran pregunta política es: ¿cuánto puede aguantar la economía global si Ormuz se convierte en un campo de batalla?

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