22 de junio de 2025 - 13:54 Por Lucas Garcia La reciente escalada militar en Medio Oriente —tras los bombardeos estadounidenses contra instalaciones nucleares en Irán— generó una ola de reacciones diplomáticas en todo el mundo. Pero una declaración en particular llamó la atención por su nivel de contradicción: la condena oficial de Rusia a Estados Unidos por “violar el derecho internacional”.
“La decisión irresponsable de someter el territorio de un Estado soberano a ataques con misiles y bombas, cualesquiera que sean los argumentos que se esgriman, viola flagrantemente el derecho internacional”, expresó el Ministerio de Exteriores ruso. Un comunicado que, paradójicamente, parece describir con precisión las acciones de Rusia en Ucrania desde febrero de 2022, donde el Kremlin sostiene una invasión prolongada con misiles, drones y bombardeos diarios sobre objetivos civiles e infraestructuras críticas.
Este doble discurso no solo pone en evidencia la pérdida de legitimidad moral del régimen de Vladimir Putin, sino que también refleja el modo en que las potencias autoritarias utilizan el derecho internacional como una herramienta de conveniencia, condenando en otros lo que practican internamente con total impunidad.
A esta condena se sumó una declaración inquietante del ex presidente ruso y actual vicepresidente del Consejo de Seguridad, Dmitri Medvédev, quien advirtió que “hay países listos para entregarle directamente sus propias armas nucleares a Irán”. Una afirmación de enorme gravedad, que sugiere la posibilidad de una alianza nuclear informal entre Moscú y Teherán, en respuesta al alineamiento estratégico entre Estados Unidos e Israel.
La contradicción del gobierno ruso alcanza su punto más cínico cuando exige una “respuesta honesta” del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) sobre los ataques en Irán, mientras bloquea inspecciones y coopera en forma limitada con las misiones internacionales sobre armamento en los territorios ocupados del este ucraniano.
El ataque de Estados Unidos a Irán —ordenado por el presidente Donald Trump— marcó una nueva etapa en la guerra indirecta entre Israel e Irán, con Washington como aliado clave de Tel Aviv. Aunque el OIEA descartó consecuencias radiológicas en el corto plazo, el riesgo de una escalada regional con implicancias globales es real.
Pero lo que resulta inaceptable desde una perspectiva internacional es que Rusia intente presentarse como defensora del multilateralismo y la legalidad internacional, mientras continúa ocupando militarmente Crimea, bombardeando Kiev y rechazando cualquier resolución de paz propuesta en el marco de Naciones Unidas.
Así, Moscú no solo pierde autoridad diplomática en los foros internacionales, sino que alimenta un nuevo eje autoritario junto a Irán y Corea del Norte, cada vez más enfrentado a Occidente, y con crecientes riesgos para la seguridad global.