29 de noviembre de 2023 - 20:19 Como señala la web de The Outlaw Ocean Project, en las últimas décadas, para expandir su influencia en el extranjero, China ha ampliado espectacularmente su flota pesquera de altura. Las empresas chinas poseen o explotan terminales en noventa y cinco puertos extranjeros. China calcula que cuenta con dos mil setecientos buques de pesca de altura, aunque esta cifra no incluye los buques que faenan en aguas disputadas.
En Argentina somos víctimas de esto. La pesca ilegal china en el Atlántico Sur, al borde de la línea que divide aguas argentinas de aguas internacionales, con el permanente cruce de los buques a pescar (y robar) de las aguas nacionales, es una dinámica frecuente. Cabe señalar que en aguas argentinas también operan de la misma manera buques taiwaneses, coreanos del sur y españoles, entre otros.
"Ciudad flotante": Así se ve la pesca ilegal china en Argentina
Pesca ilegal en aguas argentinas. Fuente: Tele13 vía YouTube
Según registros públicos e imágenes por satélite, la flota puede acercarse a los seis mil quinientos buques. Para comprender la dimensión, Estados Unidos y la Unión europea, tienen menos de trescientos buques pesqueros de altura cada uno. Es decir, China sola tiene más de cuatro veces la cantidad de buques de pesca de altura que juntos tienen Estados Unidos y la Unión Europea.
Pero China no solo usa sus busques para pescar. Algunos buques que parecen pesqueros ejercen presión sobre las reclamaciones territoriales en aguas disputadas, incluido el Mar de China Meridional y alrededor de Taiwán. "Puede parecer una flota pesquera, pero en algunos lugares también tiene fines militares", señala Ian Urbina en su artículo "Una flota lista para el trabajo cautivo y el saqueo" que le dijo Ian Ralby, director de I.R. Consilium, una empresa de seguridad marítima.
La misma web confirma lo que se sabe. “La preeminencia de China en el mar ha tenido un coste. El país no respeta en absoluto las leyes internacionales y su flota es la que más pesca ilegal practica en el mundo, lo que contribuye a llevar a las especies al borde de la extinción”.
The Outlaw Ocean Project también afirma que los barcos chinos son el escenario en el que abundan ilegalidades y abusos: tráfico de mano de obra, servidumbre, violencia, negligencia criminal y muerte. "Las violaciones de los derechos humanos en estos buques se producen a escala industrial y mundial", afirmó Steve Trent, Director General de la Fundación para la Justicia Medioambiental.
La comunidad uigur, otra vez
En El Archivo nos ocupamos varias veces del sufrimiento de la comunidad uigur en la China de Xi Jinping. Los uigures son una etnia numerosa habitante en Xinjiang, la región más grande del país, y la más cercana a Europa. Se trata de cerca de 12 millones de personas, mayoría en la zona, pero minoría dentro del islam, que por su cultura se sienten más cercanos a Turquía que a su propio país. A lo largo de la historia, los uigures han intentado escindirse del poder central de China, lo que los convirtió en una amenaza constante a la centralidad del Partido Comunista Chino. Han sido perseguidos desde hace muchos años. Pero en particular desde principio de siglo y, más aún, desde que Xi Jinping se hizo cargo del poder. Desde 1949, se estima que más de 20 millones de uigures dejaron China para instalarse en otras partes del mundo, solo con el fin de sobrevivir a la persecución constante del gobierno central.
El gobierno chino utiliza todo tipo de estrategias para combatir a los uigures. Controles de cámaras, persecuciones, encarcelamiento, violencia y hasta los famosos “centros de reeducación”. En estos centros, miles de uigures viven prisioneros. Allí los maltratan, los alejan de su cultura, de su religión y hasta los esterilizan para ir mermando la cantidad de uigures en la región. La fórmula es efectiva. Desde 2008, según Naciones Unidas, la cantidad de nacimientos en Xinjiang disminuyó un 50%.
A propósito del hostigamiento del gobierno chino a la comunidad uigur, una grupo de ONG presentaron en Argentina una denuncia para investigar las violaciones a los derechos humanos cometidas por la China de Xi Jinping. Lo hicieron bajo el criterio de justicia universal, que permite juzgar crímenes de este estilo en cualquier parte del mundo, independientemente de donde se hayan cometido. La fiscal Alejandra Mangano y el juez Sebastián Casanello desestimaron la denuncia, argumentando que ya se iniciaron con anterioridad denuncias similares en Francia y Turquía, lo que impide abrir una nueva. Las ONG apelaron. Quieren ser querellantes y que el fallo se revierta. La decisión estará en manos de la Cámara Federal.
Los mariscos y el destierro de los uigures
China utiliza al empleo como estrategia para expulsar a decenas de miles de uigures de su región. Los traslada en aviones o trenes a otras zonas del país, bajo la excusa de un empleo, pero el objetivo final no es otro que su expulsión de Xinjiang. Lo hace a través del programa Ayuda Xinjiang, anunciado como una manera de promover el pleno empleo y la interacción étnica. Pero el objetivo es ir reduciendo la población uigur.
Para China, el traslado de uigures a zonas productivas es un win win: obtiene mano de obra barata y reduce la población uigur en Xinjiang. Según cita Ian Urbina en el informe “Los uigures forzados a procesar el pescado del mundo” disponible en la web de The Outlaw Ocean Project, “se trata de transferencia de mano de obra dirigido por el estado chino, que envía a los uigures por todo el país y los pone a trabajar para las principales industrias. En la misma nota, Adrian Zenz, antropólogo dedicado al análisis de este fenómeno, señala que la implementada por el gobierno chino “es una estrategia de control y asimilación para eliminar la cultura uigur”.
En este marco, la industria de la pesca y de los mariscos es, quizá, la preferida por las autoridades del Partido Comunista de China para expulsar a los uigures de su lugar de origen. Y explotarlos. China es el mayor proveedor de mariscos del mundo occidental. Son al menos 20 los países de todo el mundo que se valen de las exportaciones chinas de mariscos. Pero la cadena de producción tiene tantos pasos que es complejo rastrear el origen de la materia prima, como así también detectar las situaciones de explotación y trabajo forzoso. Un estudio realizado también por The Outlaw Ocean Project verifica que China utiliza a los uigures en esta industria y los somete a trabajo forzoso. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en su convenio 029 define el trabajo forzoso como todo trabajo o servicio exigido a un individuo bajo la amenaza de una pena cualquiera y para el cual dicho individuo no se ofrece voluntariamente.
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China depreda los recursos marítimos.
Foto: Diálogo Chino
Los trabajadores uigures son seducidos por el gobierno chino, a través de oportunidades de empleo y mejora de su calidad de vida. Al final del camino, los espera un trabajo en condiciones incongruentes con los derechos humanos y una vida triste, lejos de su lugar de origen. En general, no tienen opción: aceptan la propuesta, o pueden ir presos o ser sometidos, ellos o sus familias, a situaciones de violencia. Según reportan, “algunos publican tristes canciones uigures (…) como formas de transmitir crípticos mensajes de angustia que escaparían a la censura china”.
Por ejemplo, citan a una mujer trabajadora, que en un video dice: “¿Qué nos separa de nuestros padres y nuestro hogar, nos deja en una vida de arrepentimiento y atrae a todos a la esclavitud? Sí, el dinero”. También mencionan a trabajadores empacando mariscos en cajas de cartón, mientras que una voz en off dice: “La mayor alegría en la vida es derrotar a un enemigo que es mucho más fuerte, y que te ha oprimido, discriminado y humillado”. En otro ejemplo, dos hombres conversan y uno le pregunta a otro por qué no está contento si cobra tres mil dólares por mes. La respuesta es “Porque no tengo otra opción”. Los uigures son conscientes del engaño y de que su libertad está claramente acotada.
Las auditorías sobre las condiciones laborales merecen un párrafo aparte. La ingeniería china para ocultar las condiciones de trabajo en la industria de la pesca es perfecta para sortear los escollos que suponen una auditoría de esta índole. En general, las empresas son avisadas con antelación de manera de ocultar cualquier registro que pueda comprometerlas. Asimismo, muchas veces los propios trabajadores son los que ofrecen testimonios idílicos sobre sus propias condiciones de trabajo, obviamente bajo coerción.
El rol de la comunidad internacional
A modo de cierre, cabe destacar que China no podría hacer lo que hace, o al menos no tan fácilmente, si no contara con la complicidad, voluntaria o involuntaria, de buena parte de la comunidad internacional. Los países que compran estos productos a China saben, en mayor o menor medida, de las dinámicas del gigante asiático para obtenerlos: pesca ilegal en muchas ocasiones, y condiciones de trabajo que distan mucho de las establecidas por los convenios de la Organización Internacional del Trabajo. Pero igualmente compran.