24 de abril de 2023 - 13:28 Por Sarai Avila No es novedad que China es un país con múltiples acusaciones de espionaje: aeronaves, comisarías de espionaje, aplicaciones, ataques a sistemas informáticos, son solo algunas de las maneras que el sistema internacional atribuye al gobierno asiático. En los últimos años se ha incorporado a esta lista el ejercicio de videovigilancia por parte de la empresa china Hikvision. Los informes realizados por diferentes agencias gubernamentales y civiles, periodistas y ONGS, evidencian que la cuestión del espionaje es más compleja. No solo la empresa brinda servicios de vigilancia las 24 horas al gobierno de Xi Jinping, sino que también perpetúa y legitima la exclusión de minorías como lo son los uigures, kazajos y kirguises.
Los uigures son una comunidad que habita en Xinjiang, una región que se encuentra al noroeste de China. Forman una minoría étnica que profesa la religión musulmana y que pretende separarse del gigante asiático para crear un estado independiente denominado Turkestán Oriental.
Hikvision instaló cámaras en todos los espacios públicos de Xinjiang, lo que ha llevado a la detención de miles de uigures. La cámara utilizada es la DS-2CD7A2XYZ-JM/RX, que en la página de Hikvision específica reconocer los atributos faciales, poniendo específicamente como ejemplo al grupo urigur. Si bien la empresa había anunciado que la vigilancia biométrica puede distinguir a las personas pertenecientes a minorías étnicas, en 2020, luego de sucesivas denuncias internacionales, declaró que los productos que ofrecen al mercado ya no cuentan con esa característica aunque, como se puede ver, en la página web se evidencia lo contrario.
La opresión que el gobierno de Xi Jinping ejerce sobre las minorías musulmanas no es algo nuevo , pero en los últimos años se ha ido incrementando. China acusa a los grupos musulmanes de formar grupos separatistas y fomentar el terrorismo. El gobierno declaró que las medidas de seguridad son necesarias en Xinjiang debido a la amenaza de violencia extremista por parte de los militantes uigures. Desde el ascenso de Xi Jinping en 2013, el gobierno chino ha incrementado las políticas de asimilación en la región del noroeste, insistiendo en la laicización de esas comunidades bajo el fundamento del nacionalismo.
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Son cada vez mas las denuncias de distintas organizaciones de derechos humanos contra China
En 2017, el líder asiático ordenó una campaña de detección masiva en Xinjiang. Un gran número de personas en toda la región comenzaron a desaparecer. Millones de uigures fueron llevados a campos denominados “campos de reeducación”. Beijing negó inicialmente la existencia de estos lugares, aunque luego dijo que si existían y que lo utilizaban para combatir el terrorismo.
Una vez encarcelados, los uigures son objeto de prácticas inhumanas: trabajos forzosos, tácticas coercitivas, castigos físicos, violaciones, manipulación médica, asesinatos. Fuera de los centros, las autoridades chinas imponen un sistema de vigilancia masiva, controles de circulación, arrestos y desapariciones forzadas, separación familiar, prohibición de prácticas como la fe por fuera del control estatal, el uso de las barbas largas y grandes, nombres islámicos comunes, el uso de hiyab y saludos comunes de la comunidad musulmana. Han destruido cementerios y mezquitas.
Desde 2019 diferentes países han cortado relación con la empresa asiática aplicando sanciones y denunciado su accionar. A lo largo del mundo esto ha despertado diversas opiniones. Más de 40 países han pedido a China que se respeten los derechos humanos de los uigures. Estados Unidos, junto a Canadá y los Países Bajos fueron los primeros en clasificar la situación como genocidios. Más tarde Alemania, Turquía, Honduras y Japón, Noruega, y otros países se han unido al pedido. El e el 9 de diciembre de 2021, se emite un veredicto que establece ese día como el día del Reconocimiento del Genocidio Uigur.
En 2022 salieron a la luz los denominados "Archivos de la policía de Xinjiang": archivos clasificados que exponen las prácticas policiales internas de China en los campos de reeducación. En esta página puedes encontrar toda la información recopilada. Ese mismo año, la ONU publicó un informe que detalla las violaciones de los derechos humanos que realiza el gobierno sobre la religión islámica.
Si bien el gobierno controla y vigila a toda la comunidad a lo largo del país, el seguimiento que realiza en Xinjiang es excesivo, a tal punto que está terminando con la existencia y la reproducción de una cultura, consiguiendo que la desconfianza internacional se incremente y que las sanciones impuestas afecten las relaciones comerciales y diplomáticas.