América latina es una de las regiones preferidas por China para la realización de obras de infraestructura. Son muy pocos los países de la región que no forman parte de la Nueva Ruta de la Seda de China. Sin embargo, es cada vez más evidente que la amplia mayoría de estas obras genera tantos problemas como beneficios, o más. Cuestiones medioambientales y humanitarias están poniendo en tela de juicio estas obras, que los países necesitan pero que al mismo tiempo pueden terminar sufriendo.
Recientemente, casi 150 organizaciones de la sociedad civil del continente, apoyadas por otras casi 50 instituciones de todo el mundo, presentaron una carta al Banco de Desarrollo de China (BDC), cuestionando la realización de muchas de estas obras. El BDC es la banca predilecta de China para ejecutar estas obras. Es una de varias instituciones y empresas locales involucradas en la gestión de estas monumentales obras. Pero, en nuestra región, es la principal.
Las OSC que enviaron la carta son de Perú, Chile, Ecuador, Panamá, Argentina, Uruguay, Colombia, República Dominicana, Guatemala, México, Bolivia, Chile, Brasil, Honduras y Venezuela. Es decir, buena parte de nuestra región está representada por estas OSC. En la carta, las OSC cuestionan al BDC por las condiciones en las que estas obras se llevan a cabo. Los cuestionamientos tienen que ver con todo el proceso de implementación: desde la letra de los contratos, que omite estándares internacionales de relevancia, hasta la ejecución misma de las obras, que muchas veces genera más afectación que beneficios.
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Al respecto, conversamos con Joel de Souza, miembro de la Fundación Cauce, una organización argentina firmante de la mencionada carta. Le consultamos, entre otras cosas, si algún representante del BDC o del propio gobierno de China había respondido. La respuesta, aunque esperable, no deja de sorprender.
“No obtuvimos respuesta concreta. Simplemente una formalidad, que nos indicaba que el sistema de presentación de este tipo de consultas no era el adecuado. Lo que sucede es que todas las explicaciones en la web están en chino, así que eso ya es una dificultad. Nos dieron la posibilidad de seguir ese procedimiento, pero si no tenés a alguien que entienda chino, eso ya es una traba”, afirmó. “No obtuvimos respuesta concreta. Simplemente una formalidad, que nos indicaba que el sistema de presentación de este tipo de consultas no era el adecuado. Lo que sucede es que todas las explicaciones en la web están en chino, así que eso ya es una dificultad. Nos dieron la posibilidad de seguir ese procedimiento, pero si no tenés a alguien que entienda chino, eso ya es una traba”, afirmó.
De Souza también nos contó que no hay mucho acceso a la información de obras financiadas por China, ni por empresas o bancos de desarrollo chinos. El derecho al acceso a la información y a la participación ciudadana en este tipo de proyectos, está totalmente limitado. Al respecto, también agregó que “cuando China accede a dar financiamiento, todo queda condicionado por cláusulas de confidencialidad o secretismo. Entonces nunca vas a acceder a la información total. Siempre se vuelve complejo acceder a información de los préstamos. A lo sumo, accedés a los convenios marco, a información pública”. La situación de debilidad con la que los gobiernos de la región negocian con China estos acuerdos, los deja forzados a ocultar información. “Los gobiernos locales siempre quedan condicionados por la confidencialidad impuesta por China. Hay que insistir mucho, y en ese trabajo lográs acceder a algo de información. Pero es poco y nada”, afirmó el referente de la Fundación Cauce.
El doble discurso chino
China, como la amplia mayoría de los países del mundo, está comprometido con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Los mismos son objetivos comunes que consensuaron los países en 2015 para cumplir, como máximo en 2030. Los ODS buscan erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda. Cada objetivo tiene metas específicas que cada país aplica dependiendo de su realidad económica, social y ambiental. Los ODS específicos sobre clima y medio ambiente, son: el 6, Agua limpia y saneamiento; el 7, Energía asequible y no contaminante; el 13, Acción por el clima; el 14, Vida submarina; el 15, Vida de ecosistemas terrestres. Es decir, cinco de los diecisiete ODS se refieren a la temática. Por lo que las acciones de los países deben estar bien focalizadas en el cuidado del medio ambiente.
Al respecto, China anunció su plan para alcanzar un máximo de emisiones de dióxido de carbono antes de 2030 y lograr la neutralidad de carbono antes de 2060. Según el gobierno, se incorporaron los objetivos correspondientes a su diseño general de desarrollo económico y social. Asimismo, aseguran haber construido el sistema de energía limpia más grande del mundo.
Huang Runqiu, Ministro chino de Ecología y Medio Ambiente, aseguró que "China se ha mantenido firme en su participación en el proceso mundial de lucha contra el cambio climático”. Asimismo, dijo que en China "nos adherimos al concepto de una comunidad con un futuro compartido para la humanidad y tomamos medidas pragmáticas para implementar convenciones internacionales. Fortalecemos la cooperación internacional en los campos del cambio climático, la gobernanza de la contaminación marina y la conservación de la biodiversidad, y estamos preparados para asumir responsabilidades internacionales acordes con el nivel de desarrollo", completó.
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La represa Cepernic, en Argentina.
La carta enviada por las ONG de América latina pone en cuestionamiento el cumplimiento de esas afirmaciones. E instan a China, a través del BDC, a honrar lo que dicen defender. Como para dejar en claro el piso sobre el cual las ONG deciden abordar el tema, en los dos primeros párrafos exponen los ideales que China pregona, pero que las obras que ejecutan parecen no respetar.
Concretamente, la carta asegura que “el gobierno chino ha señalado que la contaminación del aire, del agua y del suelo, conjuntamente con la pobreza y la prevención de riesgos financieros, son las “tres batallas duras” para China”. Asimismo, la carta señala que “el Gobierno chino ha declarado ‘una guerra contra la contaminación’, y el concepto de la ‘eco civilización’ está presente en la mayoría de los documentos oficiales relacionados a estrategias de desarrollo”.
Luego de exponer los ideales enunciados por China, a los que las propias ONG confiesan “acoger con beneplácito”, las ONG abordan, una a una, las contradicciones que China expone a partir de su accionar en la región. De Souza nos dejó en claro que las organizaciones no se oponen a los proyectos y que entienden su relevancia para la comunidad. Simplemente, rechazan que los beneficios económicos que trae el financiamiento dejan de lado lo social y lo ambiental. “No estamos en contra de los proyectos, sino que queremos que se hagan teniendo en cuenta una perspectiva integral, que incluya lo social, lo cultural, lo ambiental”, afirmó.
“Primero China entra de manera amistosa y amable, diciendo que la obra será realizada de manera sustentable, respetando a las comunidades y el medio ambiente. Pero luego, una vez que la obra está en ejecución, el cumplimiento de esos compromisos iniciales queda en segundo plano”, afirmó. Clara demostración del doble discurso chino. “Primero China entra de manera amistosa y amable, diciendo que la obra será realizada de manera sustentable, respetando a las comunidades y el medio ambiente. Pero luego, una vez que la obra está en ejecución, el cumplimiento de esos compromisos iniciales queda en segundo plano”, afirmó. Clara demostración del doble discurso chino.
Los cuestionamientos que hacen las ONG
El primer cuestionamiento que hacen tiene que ver con la afectación del medio ambiente y de los derechos de las comunidades indígenas. Concretamente, señalan que “el BDC ha orientado su financiamiento principalmente a proyectos extractivos y de infraestructura en la región” y que “varios de estos proyectos están ubicados cerca o dentro de áreas ecológicamente vulnerables y en territorios indígenas”. Las organizaciones afirman que los proyectos en cuestión “han arrancado con Estudios de Impacto Ambiental incompletos y desactualizados, y/o sin contar con el consentimiento libre, informado y previo de los pueblos indígenas y comunidades tradicionales que habitan en los territorios impactados por tales proyectos”.
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Megaproyectos chinos arrasaron con tierras en Ecuador.
El segundo gran cuestionamiento apunta directamente a la dinámica de trabajo del BDC. Afirman que el banco “no cuenta con políticas o salvaguardas ambientales y sociales que sean públicas y mandatorias. Tampoco cuenta con un departamento o equipo dedicado a evaluar y manejar los riesgos socioambientales, y típicamente no responde a los pedidos de las OSC de ALC que han buscado comunicarse con el banco para informar y remediar los impactos negativos de sus préstamos”. Directamente, acusan al BDC de, deliberadamente, no hacerse responsable de eventuales (pero muy probables) consecuencias de sus obras. Y también de ignorar los reclamos. “Los contratos de préstamos del BDC no cuentan con cláusulas ambientales y sociales que establezcan responsabilidades para cada una de las partes frente a los potenciales impactos de los proyectos financiados durante el ciclo de proyecto”, afirman las OSC en la nota.
Una tercera demanda tiene que ver con la opacidad con la que el BDC opera en la región y con la corrupción en sus procesos. “Un velo de opacidad rodea las operaciones del BDC. La falta de información pública del banco hace virtualmente imposible conocer a cabalidad los proyectos financiados”, afirman. En la carta, las casi 150 OSC directamente hablan de corrupción: “El BDC ha continuado apoyando algunos proyectos millonarios empañados por ineficiencia, corrupción y considerables impactos negativos socio-ambientales”.
Según de Souza, lo que más preocupa a su organización son dos cosas. “Primero, cómo se ve limitado el acceso a la información y a la participación ciudadana sobre este financiamiento. Segundo, cómo afectan estos proyectos a las comunidades locales y al ambiente”, comentó. Generalmente, el financiamiento chino viene para mega obras de infraestructura. Y China ofrece el financiamiento desde un lugar de poderío. Conocidas son las necesidades de los gobiernos de América latina, por lo que los gobiernos salen a buscar financiamiento. De Souza nos explicó que “China otorga fácilmente el financiamiento, pero con sus condiciones preferenciales: confidencialidad, empleados o empresas chinas para hacer las obras”. Según de Souza, lo que más preocupa a su organización son dos cosas. “Primero, cómo se ve limitado el acceso a la información y a la participación ciudadana sobre este financiamiento. Segundo, cómo afectan estos proyectos a las comunidades locales y al ambiente”, comentó. Generalmente, el financiamiento chino viene para mega obras de infraestructura. Y China ofrece el financiamiento desde un lugar de poderío. Conocidas son las necesidades de los gobiernos de América latina, por lo que los gobiernos salen a buscar financiamiento. De Souza nos explicó que “China otorga fácilmente el financiamiento, pero con sus condiciones preferenciales: confidencialidad, empleados o empresas chinas para hacer las obras”.
Casos concretos: la afectación a las comunidades y el medioambiente es real
Un claro ejemplo de afectación de la comunidad local es la localidad catamarqueña de Fiambalá. Allí, una corporación china está a cargo de la explotación de litio, bajo estas condiciones que comentamos en la nota, que son las que China usualmente pone en práctica en todo el mundo. De Souza nos cuenta sobre el caso. “Fiambalá era un pueblo de 6.000 habitantes. Vino una corporación china para hacer la explotación de litio. Trajo 2.000 operadores chinos y hoy ya tenés un barrio chino. La corporación hizo un barrio residencial para las autoridades. Entonces los estudiantes que iban a Fiambalá y alquilaban se están quedando sin lugar. Una casa donde residían dos o tres estudiantes, hoy recibe a ocho trabajadores chinos, por precios muy superiores, que paga la corporación”, señaló. Cientos de pueblos en nuestra región sufren este tipo de situaciones, que afectan de manera directa la convivencia y el bienestar de su comunidad. “Entonces, ahí ves realmente el impacto del financiamiento en el territorio y la comunidad. En el territorio, porque no se cumplen los parámetros que se prometió que se iban a cumplir. En la comunidad, porque cambia el contexto social y cultural”, completó de Souza.
El caso de Fiambalá no es el único, ni en el país ni en la región. Por ejemplo, la construcción de las represas Cepernic y Néstor Kirchner en Santa Cruz, Argentina, siempre fue foco de conflicto. Los peligros, según especialistas, son varios: desde la desaparición de los ejemplares de macá tobino, una especie única en el mundo, hasta la afectación del Glaciar Perito Moreno, pasando por la sepultura de más de 170 sitios arqueológicos de casi 10 mil años de antigüedad. El costo es alto.
En Perú, asociaciones locales enviaron una carta a la embajada China, reclamando por afectaciones similares producidas por tres obras financiadas por China: la Unidad Minera Toromocho (UMT), de la empresa Aluminum Corporation of China (CHINALCO) propietaria de Minera Chinalco Perú S.A., financiada por el Banco de Desarrollo de China y el Banco de Exportaciones e Importaciones de China; Mina Marcona de Shougang Hierro Perú S.A.A, filial de Shougang Corporation, financiado por el Banco Industrial y Comercial de China y el Banco DBS Hong Kong; y el Proyecto Minero Las Bambas de la empresa Minerals and Metals Group MMG Limited, Guoxin International Investment Co. Ltd. y CITIC Metal Co. Ltd., financiado por el Banco de Desarrollo de China, Banco de Exportaciones e Importaciones de China, Banco Industrial y Comercial de China y el Banco de China. Según las asociaciones, "todos los proyectos afectan la protección del medio ambiente. Además existen varios impactos negativos sobre pueblos indígenas y a los medios de vida de las comunidades locales, incluyendo la vivienda, a derechos laborales, persecución a defensores ambientales, entre otros". Concluyente y contundente.
Aquí en El Archivo te contamos hace meses de otro caso, en Bolivia. La complicidad del estado boliviano y el gobierno chino para la explotación de oro pone en riesgo a la población de la comunidades locales. Quienes habitan en las cercanías de las zonas mineras sufren consecuencias derivadas de los graves niveles de contaminación. Datos sobre la contaminación por mercurio en cinco pueblos indígenas de la cuenca del río Beni. Ya había informes anteriores daban cuenta de que la población Esse Ejja presentaba niveles de este tóxico muy por encima del límite considerado “sin riesgo” -1 parte por millón (ppm)- por la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos. Sin embargo, los datos más recientes recabados por la Central de Pueblos Indígenas de La Paz (CPILAP), señalan que los integrantes de cinco pueblos indígenas que habitan el Madidi presentan niveles de mercurio tóxicos en sus cuerpos. Todo dicho.
Los casos se multiplican en toda la región. Pero la respuesta es siempre la misma: el silencio por parte de China y de los gobiernos locales.
Qué piden las ONG
Hasta aquí los reclamos. Pero las OSC van más allá, y realizan pedidos al BDC, para acabar con las dinámicas que afectan negativamente a nuestra región. Entre ellos, se destacan: reorientar su política de financiamiento energético en el extranjero apartándose de la construcción de grandes represas y de la extracción de combustibles fósiles; establecer sistemas eficientes y modernos de gobernanza ambiental y social; crear un departamento de evaluación ambiental; mejorar la comunicación de sus proyectos, especialmente a las comunidades afectadas; abstenerse de financiar proyectos y de aceptar recursos naturales (como forma pago de sus préstamos) que se encuentren y provengan de territorios indígenas y comunidades tradicionales en los cuales no se haya obtenido el consentimiento; abstenerse de financiar proyectos que promuevan la deforestación o afecten áreas protegidas; y desarrollar una estrategia de alivio de la deuda específicamente diseñada para apoyar a los países de ALC.