12 de octubre de 2025 - 17:07 Por Sarai Avila Dos años y dos días después del ataque del 7 de octubre de 2023, que marcó el inicio de una guerra devastadora en Gaza, Israel y Hamás alcanzaron un acuerdo de alto el fuego mediado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. El pacto, firmado este jueves en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheij, fue presentado como el primer paso de un “plan de paz sólido, duradero y eterno”, en palabras del mandatario republicano.
Además, Israel permitirá la entrada de hasta 400 camiones diarios de ayuda humanitaria, cifra que aumentará gradualmente, y se establecerá un grupo internacional —integrado por Estados Unidos, Qatar, Egipto y Turquía— para supervisar el cumplimiento del acuerdo y localizar los cuerpos de los rehenes fallecidos.
Aunque esta es apenas la primera de las tres etapas del plan de Trump, el anuncio generó una ola de esperanza entre la población civil de ambos lados. “Gracias a Dios por el alto al fuego y el fin del derramamiento de sangre”, dijo Abdul Majeed Abd Rabbo, residente de Jan Yunis, al sur de Gaza. En Tel Aviv, las familias de los rehenes celebraron la noticia con lágrimas y banderas.
Las posiciones de Israel y Hamás
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, calificó el anuncio como “un gran día para Israel” y aseguró que su gobierno trabajará para “traer de vuelta a todos nuestros rehenes”. Su vocera, Shosh Bedrosian, declaró que “los tres objetivos fundamentales de la guerra ya se han cumplido: el regreso de los rehenes, la derrota de Hamás y la garantía de que Gaza no volverá a representar una amenaza para Israel”.
Hamás, por su parte, afirmó que el acuerdo “pondrá fin a la guerra, garantizará la retirada completa de las fuerzas de ocupación y permitirá la entrada de ayuda humanitaria”. El portavoz del movimiento, Hazem Qassem, advirtió sin embargo que Israel “manipula las fechas y los mecanismos de aplicación”, y exigió garantías firmes de que no reanudará su ofensiva tras la liberación de los rehenes.
Las discrepancias persisten en torno al desarme de Hamás —un punto central del plan de Trump— y al futuro gobierno de Gaza. La propuesta estadounidense plantea que el enclave quede temporalmente bajo un comité palestino tecnocrático antes de transferirlo a la Autoridad Nacional Palestina, algo que el ala ultraderechista del gobierno israelí rechaza de plano.
La interna política israelí
El acuerdo podría desencadenar una crisis en el gobierno de Netanyahu. Pese al respaldo de la mayoría de sus ministros, la coalición enfrenta la oposición frontal de los ultranacionalistas Itamar Ben-Gvir y Bezalel Smotrich, quienes consideran inaceptable cualquier concesión que implique el regreso de la Autoridad Palestina a Gaza.
“El acuerdo saldrá adelante pese a las presiones de la extrema derecha”, afirmó el ministro de Cultura y Deporte, Miki Zohar. Sin embargo, si Ben-Gvir y Smotrich abandonan la coalición, el gobierno podría colapsar, precipitando elecciones anticipadas.
Analistas locales estiman que Netanyahu confía en que el fin de la guerra y la liberación de los secuestrados mejoren su imagen, deteriorada por las acusaciones de corrupción y la orden de arresto emitida por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra en Gaza.
La diplomacia de Trump y los mediadores
El plan de paz de veinte puntos diseñado por Trump fue elaborado tras meses de negociaciones entre su enviado especial para Medio Oriente, Steve Witkoff, y su yerno y exasesor Jared Kushner. Participaron activamente Egipto, Qatar y Turquía, que oficiaron como mediadores entre las partes.
Trump, que planea viajar a Jerusalén en los próximos días, se atribuyó el mérito del acuerdo y lo calificó como “uno de los mayores logros diplomáticos de la historia moderna”. El presidente egipcio, Abdel-Fattah el-Sissi, definió las negociaciones como “alentadoras”, mientras que el primer ministro británico, Keir Starmer, dijo que “es un momento de profundo alivio para el mundo entero”.
El secretario general de la ONU, António Guterres, celebró el alto el fuego, aunque advirtió que “no basta con silenciar las armas”: pidió garantizar el acceso de la ayuda humanitaria, reconstruir la infraestructura destruida y avanzar hacia una solución política basada en dos Estados.
Beneficios y costos de la tregua
Para Israel, el acuerdo significa el fin de una guerra impopular que desgastó a su gobierno y provocó sanciones diplomáticas de sus aliados occidentales. Netanyahu puede exhibir la eliminación de líderes de Hamás y la supervivencia de la alianza estratégica con Washington como logros, aunque su incapacidad para recuperar a los rehenes por la fuerza erosionó su credibilidad.
Para Hamás, la tregua representa una supervivencia política. Pese a la devastación del enclave y la pérdida de gran parte de su cúpula militar, el movimiento consiguió evitar su erradicación total y logró negociar desde una posición aún activa. Recuperará a más de 2.000 prisioneros palestinos y detendrá, al menos temporalmente, la ofensiva israelí.
Sin embargo, ambos bandos enfrentan dilemas. Israel deberá convivir con la percepción de que no destruyó a Hamás; el movimiento islamista, con la desconfianza de su propia población tras dos años de sufrimiento y destrucción.
El plan establece que un grupo de trabajo internacional —formado por Estados Unidos, Egipto, Qatar, Turquía e Israel— supervisará la implementación del acuerdo y coordinará la reconstrucción del territorio. Organizaciones humanitarias, como el Consejo Noruego para los Refugiados, advirtieron que el plan de Trump “fracasará si no se garantiza el acceso pleno y seguro” de las ONG a la Franja.
Mientras tanto, la situación humanitaria sigue siendo crítica. Según la ONU, más del 90% de la infraestructura de Gaza está destruida y 1,8 millones de personas permanecen desplazadas. “Nuestros niños duermen en las calles. No hay agua ni refugio”, relató Um Sulaiman Abu Afash, una mujer desplazada de la Ciudad de Gaza.
Perspectivas: ¿fin de la guerra o pausa táctica?
Aunque el alto el fuego ha sido celebrado como un logro histórico, los expertos advierten que las cuestiones más difíciles —el desarme de Hamás, la reconstrucción y la gobernanza de Gaza— siguen sin resolverse. “Es un alto el fuego, no un acuerdo de paz”, resumió Lyse Doucet, corresponsal de la BBC.
Trump, que atraviesa un año electoral y busca proyectar liderazgo internacional, podría capitalizar este avance como una victoria diplomática de su segundo mandato. Pero su plan enfrenta el mismo desafío que frustró a sus predecesores: transformar un cese del fuego en una paz estable.
El éxito o fracaso del “plan Trump” no solo determinará el futuro de Gaza, sino también la capacidad de Estados Unidos de reconfigurar el tablero de Medio Oriente. Por ahora, el mundo observa con cautela si la tregua de octubre de 2025 será el inicio de una nueva etapa o solo otra pausa en un conflicto interminable.