Han pasado dos años desde aquel sábado 7 de octubre de 2023 que marcó un punto de quiebre en la historia de Medio Oriente. Se trató de la mayor masacre de judíos desde el Holocausto.
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SUSCRIBITEUn informe del parlamento británico expuso las características genocidas del ataque del grupo terrorista Hamas, el mas grave sufrido por Israel en su historia.
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SUSCRIBITEHan pasado dos años desde aquel sábado 7 de octubre de 2023 que marcó un punto de quiebre en la historia de Medio Oriente. Se trató de la mayor masacre de judíos desde el Holocausto.
A las 6:29 de la mañana comenzó un ataque coordinado sin precedentes. Aproximadamente 7.000 terroristas liderados por Hamas infiltraron territorio israelí a través de 119 brechas abiertas en la valla fronteriza con la Franja de Gaza, complementadas con infiltraciones simultáneas por aire mediante parapentes motorizados y por mar. La operación, meticulosamente planificada, se extendió durante más de 48 horas hasta que el último atacante fue capturado, eliminado o forzado a retroceder hacia Gaza. Lo que comenzó como un sábado tranquilo de festividad religiosa judía se transformó en una pesadilla de proporciones históricas.
Un Infirme del Parlamento Británico establece que 1.182 personas fueron asesinadas durante el ataque, mientras que más de 4.000 resultaron heridas. Entre las víctimas mortales, el 73% eran civiles, incluyendo desde un bebé de apenas 14 horas de nacido hasta un sobreviviente del Holocausto de 91 años. La brutalidad no discriminó edad, género ni condición: familias enteras fueron masacradas en sus hogares, jóvenes fueron cazados en un festival de música, y comunidades completas quedaron devastadas. Además, 251 personas fueron secuestradas como rehenes hacia Gaza, de las cuales 210 estaban vivas y 41 eran cuerpos sin vida. Entre todas las víctimas se contaban 18 ciudadanos británicos, convirtiendo este suceso en el ataque terrorista más mortífero contra súbditos del Reino Unido en el extranjero desde el 11 de septiembre de 2001.
El informe detalla con crudeza cómo los terroristas ejecutaron actos de violencia indescriptible. La comisión documentó violaciones y violencia sexual sistemática perpetradas durante el ataque, utilizando testimonios de supervivientes, evidencia forense y material audiovisual, incluyendo grabaciones de las propias cámaras GoPro que portaban los atacantes. Los testimonios recopilados revelan escenas de familias quemadas vivas en sus refugios, ejecuciones sumarias de civiles desarmados, y torturas deliberadas diseñadas para maximizar el sufrimiento. Esta violencia sexual y física formó parte de una estrategia calculada de terror que buscaba no solo matar sino humillar y traumatizar profundamente tanto a las víctimas como a toda la sociedad israelí.
Simultáneamente al asalto terrestre, Hamas lanzó un bombardeo masivo de cohetes que colocó bajo amenaza directa al 75% de la población de Israel, aproximadamente 7.3 millones de personas. Este ataque con proyectiles sirvió tanto para sembrar el pánico generalizado como para saturar el sistema de defensa antimisiles Iron Dome, facilitando las incursiones terrestres. La coordinación entre el bombardeo aéreo y las infiltraciones terrestres demostró un nivel de planificación militar que contradice cualquier narrativa de espontaneidad o improvisación en los ataques.
Uno de los elementos más perturbadores documentados por el informe británico es el uso calculado de las redes sociales como arma psicológica. Los terroristas transmitieron en vivo sus atrocidades, compartieron videos de ejecuciones y celebraron públicamente sus actos violentos en plataformas digitales. Algunos atacantes llamaron a sus familias en Gaza desde los teléfonos de sus víctimas para jactarse de cuántos "judíos" habían matado. Esta dimensión del ataque representó una forma de terrorismo del siglo XXI, donde la difusión viral del horror formó parte integral de la estrategia para amplificar el impacto traumático mucho más allá de las víctimas directas.
El documento parlamentario británico refuta categóricamente la narrativa promovida por Hamas de que solo atacaron objetivos militares. Como lo expresa Lord Roberts en un artículo publicado en The Spectator, el informe "desaprueba exhaustivamente" esta afirmación. La evidencia recopilada demuestra que el objetivo primordial fue la masacre deliberada y sistemática de población civil israelí. Los ataques se concentraron en kibutzim (comunidades agrícolas), en un festival de música electrónica donde asistían jóvenes desarmados, y en hogares particulares. La intención no fue combatir soldados sino asesinar al mayor número posible de civiles judíos.
Lord Roberts explicó que el propósito fundamental de este informe fue "cronologizar los eventos del 7 de octubre con claridad y precisión meticulosa en la verificación de hechos, para asegurar que nunca sea olvidado". El historiador enfatizó la urgencia de crear este registro porque el negacionismo "comenzó mientras las masacres aún estaban en curso". Apenas horas después de los ataques, en redes sociales y medios internacionales empezaron a circular narrativas que minimizaban, justificaban o directamente negaban la naturaleza de los crímenes cometidos. Este informe busca ser una barrera documental contra ese revisionismo.
La investigación parlamentaria se inspiró explícitamente en los esfuerzos históricos por documentar el Holocausto, reconociendo que la preservación meticulosa de evidencia es fundamental para combatir futuras negaciones. El documento incluye líneas temporales precisas, testimonios verificados, análisis forense y material audiovisual que en conjunto forman un "catálogo único de eventos" diseñado para resistir décadas de escrutinio. La comisión trabajó con familiares de víctimas, rehenes liberados, académicos, expertos militares y organizaciones de derechos humanos para garantizar la máxima exactitud y exhaustividad.
Este informe del Parlamento británico representa mucho más que un ejercicio de documentación histórica. Al presentar evidencia meticulosamente verificada ante una de las instituciones democráticas más prestigiosas del mundo, el Reino Unido establece un precedente sobre cómo la comunidad internacional debe aproximarse a la verdad de estos acontecimientos. A dos años de aquella jornada que cambió Medio Oriente, este documento se erige como un monumento a la memoria de las víctimas y como una herramienta fundamental para cualquier discusión seria sobre justicia, responsabilidad internacional y prevención de atrocidades futuras en uno de los conflictos más complejos del mundo contemporáneo.