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Putin va por más

Vladimir Putin disfruta las caídas de Johnson y Draghi

Vladimir Putin sigue firme en su cruzada contra Ucrania, mientras dos países centrales de la Europa pro Ucrania ya se quedaron sin gobierno. ¿Por su culpa?

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5 de agosto de 2022 - 12:05 Por Damian Szvalb

Europa vive momentos de fuerte convulsión interna. Una nueva guerra en el corazón del continente puso en jaque a su economía y sus países están sintiéndolo cada vez más, a nivel político y a nivel social. El apoyo de la población europea a Ucrania es masivo, pero con el paso del tiempo empieza a perder fuerza a manos de las dificultades, nuevas y preexistentes, con las que se convive a diario. Vladimir Putin, con su guerra sobre Ucrania, ya logró contribuir de manera inestimable con la caída de dos de los gobiernos de las máximas potencias occidentales.

El primer derrotado por Putin es Boris Johnson. El premier británico ya renunció, pero se mantendrá en funciones hasta septiembre próximo. Sus escándalos personales contribuyeron a desgastar su figura, pero la invasión rusa a Ucrania colaboró, y bastante, a encaminar su gobierno hacia su final. Johnson fue enérgico desde el primer momento contra Putin. Para él, el líder ruso había invadido a un país soberano. No había justificativo. Johnson lideró el apoyo occidental a Ucrania, incluso con su propia presencia en Kiev en abril pasado. No en vano Volodímir Zelenski lo reconoce como uno de los mejores amigos de Ucrania. La ayuda financiera y la provisión de armas al agredido por Rusia encontraron en Johnson, quizá, a su principal aliado. Boris, incluso hasta sus últimos días, agredió a Putin a la distancia, con frases como que la operación militar de Putin era "un ejemplo perfecto de masculinidad tóxica".

Pero las consecuencias de la guerra sobre Europa no se hicieron esperar. En particular, para Reino Unido, como para varios otros países centrales del continente, la falta de combustible (en gran parte provisto desde Rusia) disparó un aumento de precios que, para la débil posición de Johnson, terminó de desgastar su figura. Reino Unido se enfrenta hoy a una inflación estimada de casi 10%, como Estados Unidos. La guerra comenzó a enfatizar fallas de la economía británica post Brexit. Como un búmeran que se le vino encima a Johnson, el divorcio de la Unión Europea empezó a mostrar sus consecuencias negativas para Reino Unido. Quizá, una de las principales, es que muchos trabajadores del continente que se desempeñaban en Reino Unido ya no tengan libre acceso para trabajar en la isla. El gobierno británico, con Johnson a la cabeza, pensó que la separación de la UE haría que todos los puestos de trabajo que ya no podrían tomar los extranjeros, serían tomados por los británicos. Un error de cálculo asombroso. Ni hablar cuando una impensada guerra se apoderó de la escena internacional. El pueblo británico lejos estuvo de salir a tomar esos puestos, por falta de formación, pero sobre todo por la poca disposición a trabajar por salarios considerados insuficientes. Empezaron a escasear los camioneros, los mozos y muchos otros roles centrales para la economía de consumo de la nación.

El combo guerra y Brexit fue letal: desabastecimiento en la cadena de suministro y servicios centrales ofrecidos con serias deficiencias. Las largas colas de camiones, o las imágenes del aeropuerto de Heathrow sin personal para gestionar las valijas de los pasajeros, son imágenes elocuentes. Por supuesto, en una sociedad que empezó a convivir con una creciente inflación, el aluvión de cuestionamientos sobre el Primer Ministro poco tardó en llegar. No importan los motivos, lo que importa es resolver los problemas.

El otro derrotado por Putin es Mario Draghi, Primer Ministro italiano renunciado, que se mantendrá en el cargo, como Johnson, hasta la elección de su sucesor. Draghi cuenta con un prestigio y un nivel de consenso, en Italia y en toda Europa, que solo podría compararse, distancias mediante, con el de Merkel en Alemania. Sin embargo, la guerra, como a Johnson, le ha trastocado sus planes y lo ha llevado al barro. Cuando Putin invadió a Ucrania, Draghi tampoco dudó: se trataba de una invasión, por lo que no existía punto de acuerdo con Putin. Había que ayudar a Ucrania y asfixiar a Rusia hasta lograr su repliegue. Lo primero sucedió, lo segundo no. Y fue entonces cuando la cruzada de Putin empezó a involucrarse en la política local. El Movimiento 5 Estrellas (M5S), comandado por el ex premier, Giuseppe Conte, y la ultraderechista Liga, dos partidos clave en su coalición, justamente los que por estos días retiraron su voto de confianza a Draghi y terminaron con la coalición gobernante, no tardaron en comenzar a criticar el envío de armas a Kiev. Para ellos, la fortaleza de Rusia era tal que Italia debía dejar que Putin dispusiera de Ucrania a su antojo. De hecho, el M5S instó a Draghi a destinar menos fondos a aumentar el presupuesto militar y, en cambio, asignar ese dinero a ayudas a la población.

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A Vladimir Putin le vinieron muy bien las caídas de Johnson y Draghi, quizás los dos líderes europeos mas alineados con el presidente ucraniano Zelensky

A Vladimir Putin le vinieron muy bien las caídas de Johnson y Draghi, quizás los dos líderes europeos mas alineados con el presidente ucraniano Zelensky

Draghi fue por más. Sin titubeos, responsabilizó a Rusia por lo que consideró una “tragedia humanitaria que se cierne sobre los países más pobres derivada de la carestía y de la crisis alimentaria”, por los bloqueos rusos a la exportación de granos y la suba de precios derivada de la crisis energética producida por la negativa rusa a seguir proveyendo combustible. La crisis energética y la elevada inflación empezaron a hacer mella en la sociedad italiana. Y Draghi empezó a ser apuntado como responsable por su abierta postura pro Ucrania, incluso por sus propios socios de coalición, quienes hoy le dan el toque de gracia a su gobierno.

La jugada de Draghi fue muy fuerte, sobre todo considerando que Rusia es un destino vital de las exportaciones italianas provenientes de las zonas más prósperas el país, la Lombardía y el Veneto. Pero ganó Putin. Draghi cayó antes de que Putin diera un paso atrás. El líder ruso seguramente esté celebrando su dimisión.

Otros dos casos marcan este partido de Occidente contra Putin. Uno, logró sortear las dificultades impuestas por la guerra y la nueva realidad económica europea. Al menos por ahora. Emmanuel Macron logró su reelección, aunque no sin costos. Un mes más tarde de su triunfo, las derrotas en las elecciones legislativas de tres de sus ministros y la pérdida de la mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, entre otros temas, forzaron a Macron a mover las fichas en un intento por relanzar el Gobierno a 30 días de haberlo constituido. El otro, está por verse. Es Joe Biden, quien parece encaminarse irremediablemente hacia una contundente derrota en las legislativas de noviembre. Inflación, y recesión como única vía posible de solución al alza de precios, definitivamente parecen marcar el destino demócrata en las legislativas. En mayor o menor medida, la influencia de la guerra de Vladimir Putin en las dificultades actuales de Francia y Estados Unidos, parece ser poco soslayable.

Por supuesto, en cada caso hay factores domésticos que influyen fuertemente en el destino de cada líder. También es cierto que tanto Reino Unido como Italia son países acostumbrados a experimentar renovaciones sorpresivas de sus gobiernos, en particular Italia. Pero lo que queda claro es que, con su invasión a Ucrania, Putin sacudió al mundo y dio el golpe de gracia a una economía mundial que ya venía muy resentida por la pandemia. Esto generó consecuencias al más alto nivel, y las seguirá generando. Él está firme. Dos de sus más acérrimos opositores en la geopolítica mundial, ya perdieron el poder.

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