SUSCRIBITE por $49
viernes 30 de mayo de 2025

Alcanzaste el límite de 40 notas leídas

Para continuar, suscribite a El Archivo. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.

SUSCRIBITE
Intercambio de prisioneros

Rusia y Ucrania: un acuerdo en Estambul con gusto a poco

Las delegaciones negociadoras de Rusia y Ucrania se vieron las caras por primera vez desde 2022. Putin no fue y Zelenski criticó su ausencia.

Alcanzaste el límite de 40 notas leídas

Para continuar, suscribite a El Archivo. Si ya sos un usuario suscripto, iniciá sesión.

SUSCRIBITE
19 de mayo de 2025 - 16:22 Por Sarai Avila

Después de tres años de una guerra devastadora que ha dejado decenas de miles de muertos y millones de desplazados, el anuncio de una cumbre entre Rusia y Ucrania en Estambul desató un torbellino de expectativas, presiones y tensiones diplomáticas. Todo comenzó el lunes, cuando el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, instó públicamente a su homólogo ruso, Vladímir Putin, a reunirse cara a cara en Turquía el jueves 15 de mayo. Zelenski dejó claro que no aceptaría emisarios: quería al presidente ruso en la mesa.

Putin, sin embargo, se mantuvo ambiguo hasta último momento. Mientras en Moscú se multiplicaban las reuniones preparatorias, el Kremlin no confirmaba quién asistiría en representación de Rusia. Finalmente, el miércoles, se reveló que Putin no viajaría y que enviaría una delegación de segundo orden, encabezada por el asesor presidencial Vladimir Medinski, acompañado de funcionarios del Ministerio de Defensa y del Estado Mayor ruso.

image.png

La respuesta de Kiev fue inmediata y punzante: Zelenski calificó al equipo ruso como “una fachada” sin poder real de decisión. Desde Moscú, le respondieron con insultos: lo llamaron “payaso” y “fracasado”. Aún así, Ucrania decidió enviar una delegación de alto nivel “por respeto a Turquía y a Trump”.

Las delegaciones: reflejo de intenciones

Del lado ruso, la ausencia de Putin fue interpretada como una muestra de desinterés o desconfianza hacia el proceso. La delegación, aunque encabezada por figuras con historial en negociaciones previas, no incluyó a ninguna figura de peso político real. Zelenski puso en duda su capacidad para tomar decisiones, aunque el jefe de la delegación rusa aseguró tener “todas las prerrogativas” otorgadas por Putin.

En contraste, Ucrania se presentó con un equipo de alto perfil liderado por el ministro de Defensa, Rustem Umerov, e integrado por representantes de la inteligencia y la diplomacia. Zelenski viajó a Ankara para encontrarse con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y reafirmar el compromiso ucraniano con la vía diplomática.

La figura de Donald Trump sobrevoló cada etapa de este proceso. El presidente estadounidense, inmerso en una gira por Medio Oriente, no confirmó su presencia en Estambul, pero dejó claro que espera ser parte central de cualquier acuerdo. “No pasará nada hasta que Putin y yo nos sentemos cara a cara”, declaró desde el Air Force One mientras volaba entre Qatar y Dubái.

Trump fue determinante en convencer a Zelenski de no retirarse del proceso ante la ausencia de Putin. Además, su presión para reactivar la mediación estadounidense incluyó propuestas como la reactivación del consejo OTAN-Rusia y la firma de acuerdos bilaterales de seguridad con Ucrania. El jueves, sostuvo una llamada telefónica conjunta con Zelenski, Macron, Merz, Tusk y Starmer desde la cumbre europea en Albania, sumando peso a las exigencias occidentales de un alto el fuego inmediato.

Turquía: escenario y mediador

Turquía volvió a asumir un rol clave como mediador, como ya lo había hecho en las conversaciones fallidas de 2022. El Palacio Dolmabahçe fue otra vez el escenario de las negociaciones. Allí se reunieron el viernes 16 de mayo las delegaciones de Rusia y Ucrania, tras una jornada previa plagada de declaraciones cruzadas y reproches públicos.

Antes de ese encuentro, tuvo lugar una reunión trilateral entre representantes de Estados Unidos, Ucrania y Turquía. El secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, encabezó la delegación estadounidense y también mantuvo conversaciones paralelas con el jefe negociador ruso, Medinski. En paralelo, líderes europeos como Macron, Merz, Starmer y Tusk presionaban desde Albania con un ultimátum: si Rusia no aceptaba un alto el fuego de 30 días, habría sanciones “masivas”.

Aunque las expectativas eran bajas, el diálogo se concretó y duró casi dos horas. No hubo acuerdo sobre un cese de hostilidades, pero sí algunos avances puntuales. El más concreto fue la apertura al intercambio de 1.000 prisioneros de guerra por cada lado, el más grande desde el inicio del conflicto.

Sin embargo, las diferencias de fondo permanecen intactas. Rusia volvió a plantear exigencias inaceptables para Kiev: el reconocimiento de la anexión de cuatro regiones ucranianas (Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia), garantías de neutralidad militar, reducción del ejército ucraniano y la exclusión total de la OTAN.

Ucrania, por su parte, insistió en un alto el fuego inmediato e incondicional de 30 días, el regreso de todos los niños deportados y garantías internacionales de seguridad. Zelenski reiteró desde Albania que no negociará la cesión de ningún territorio, incluida Crimea. “Crimea es ucraniana”, sostuvo tajante.

Tensiones, drones y desconfianza

El clima de la reunión estuvo marcado por la desconfianza. Moscú pidió en el último momento que no hubiera presencia de Estados Unidos ni de Turquía en las conversaciones bilaterales, lo que Kiev interpretó como un intento de ocultar el verdadero contenido de las exigencias rusas.

Además, la madrugada anterior al encuentro, Rusia lanzó 110 drones sobre varias regiones ucranianas, incluidas Kiev, Sumi y Dnipró, en un movimiento que fue interpretado como un mensaje contradictorio respecto al supuesto deseo de negociar la paz.

Tras el breve encuentro, ninguna de las partes confirmó una nueva ronda de negociaciones. Zelenski afirmó que si no hay señales claras de voluntad por parte del Kremlin, se deberán intensificar las sanciones. “Si Putin no quiere la paz, que lo pague”, dijo ante los líderes europeos.

image.png

Desde Moscú, el discurso se mantiene centrado en la necesidad de “abordar las causas profundas del conflicto”, una fórmula que el Kremlin ha utilizado sistemáticamente para justificar la invasión. Entre ellas: la expansión de la OTAN, la protección de los rusoparlantes y la “desnazificación” de Ucrania.

A pesar del esfuerzo diplomático, todo indica que las posturas siguen alejadas. Trump, Erdogan, la Unión Europea y otras potencias internacionales intentan que la vía del diálogo no se cierre, pero la ausencia de Putin y los ataques simultáneos en el frente evidencian que, por ahora, la guerra sigue siendo la principal estrategia del Kremlin.

Dejá tu comentario

Te Puede Interesar