13 de abril de 2023 - 14:20 Hace un mes, Vladimir Putin y Xi Jinping - jefes de Estado ruso y chino, respectivamente - se reunieron en Moscú. El encuentro entre el presidente de Rusia y su homólogo chino tuvo por objetivo afirmar su cercanía. Se prevé que la cooperación económica entre estos dos países se profundizará durante la década actual. Sin embargo, es esperable que la relación se vuelva crecientemente desigual, dado el debilitamiento de la economía rusa y su dependencia de la asistencia económica de parte de Beijing. Aunque los lazos comerciales bilaterales posiblemente se fortalecerán, estarán limitados por el riesgo de sanciones estadounidenses secundarias y el entorno económico poco atractivo de Rusia. En términos de energía, es factible que China proceda con cautela en la profundización de sus lazos energéticos con Rusia, volviendo poco probable que el oleoducto Power of Siberia 2 entre en funcionamiento antes del año 2030.
Más allá de la relación bilateral, la cumbre entre Xi y Putin contribuyó a reafirmar la importancia de Rusia en la estrategia de política exterior de China a escala global. De hecho, Xi es el primer líder mundial de peso que visita Moscú desde el comienzo de la invasión rusa a Ucrania, lo que le aporta a su viaje un mayor significado diplomático. A pesar de la insistencia de China en su neutralidad en el conflicto, es evidente que el país se sigue inclinando cada vez más hacia Rusia. Esta postura ha socavado la relación de China con Estados Unidos y Europa en los últimos meses.
El repunte de las importaciones chinas desde Rusia (un aumento del 44% en 2022) se concentra abrumadoramente en los sectores de recursos y energía, lo que refleja la pérdida de acceso de Rusia a los mercados europeos (y los precios récord de la energía alcanzados en 2022). Durante el último año, las exportaciones chinas a Rusia crecieron solo un 12,7%, un resultado débil considerando la necesidad de Rusia de reemplazar a los proveedores occidentales.
Probablemente las empresas chinas se mantendrán cautelosas con respecto a sus negocios con Rusia en los próximos años por temor a caer bajo sanciones secundarias de Estados Unidos. Hasta ahora, estas solo se han dirigido al sector militar ruso, pero podrían llegar a expandirse para apuntar a otras áreas. Además, la retracción de la economía rusa ha hecho que el clima de negocios se vuelva poco atractivo, especialmente cuando operar allí implica un potencial riesgo de hacer peligrar operaciones más rentables en otros países.
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Putin y Xi Jinping, socios.
Foto: AP
Por ahora, Beijing seguirá viendo a Moscú como un socio útil para confrontar a Washington y sus aliados occidentales de manera más amplia. Aunque Putin y Xi conversaron sobre la importancia de la Organización de Cooperación de Shanghai y los BRICS (bloque que comprende a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), no se vislumbra una posibilidad real de que ambos líderes conformen de un eje China-Rusia. Las instituciones económicas y de seguridad regionales existentes representan solo alternativas débiles a los marcos institucionales de Occidente como la OTAN, la Unión Europea o el pacto de seguridad AUKUS.
Tres canales de sostén para Rusia
Independientemente de la mirada más amplia y de más largo plazo de Xi Jinping sobre el tablero internacional, hay tres formas en que China - siendo el mayor comprador de insumos básicos del mundo y una potencia financiera y tecnológica - ha estado sosteniendo a la economía rusa desde febrero de 2022. Primero, comprando energía. Entre otras medidas, las sanciones occidentales contra Moscú incluyen un embargo sobre las ventas de petróleo y un límite de precio para su crudo, la denegación del acceso a SWIFT, el sistema que permite las transacciones bancarias a nivel internacional, y la congelación de los activos del Banco Central ruso en el extranjero. Estos movimientos tenían como objetivo debilitar la capacidad de Rusia para financiar la guerra. Aunque han tenido un impacto, los ingresos fiscales de Moscú aumentaron, según los datos del gobierno ruso. Eso se debe principalmente a los altos precios de la energía y los esfuerzos de Rusia para desviar las exportaciones a otros compradores como China e India.
Segundo, sustituyendo a los proveedores occidentales. Rusia ha gastado miles de millones de dólares en la compra de maquinaria, productos electrónicos, metales básicos, vehículos, barcos y aeronaves de China. Algunas marcas de automóviles chinas, como Havel, Chery y Geely, han aumentado su participación de mercado del 10% al 38% en un año después de la salida de las marcas occidentales, según los datos más recientes. En electrónica de consumo, las marcas chinas representaban alrededor del 40% del mercado de telefonía móvil a finales de 2021. Un año después, prácticamente se han apoderado de la industria con una participación de mercado del 95%.
Por último, brindando una alternativa al dólar estadounidense. Después de que algunos bancos rusos fueran bloqueados en SWIFT, Moscú ha pasado a priorizar el yuan chino por sobre el dólar. Ahora, las empresas rusas utilizan yuanes para facilitar el aumento del comercio con China y los bancos rusos realizan más transacciones en yuanes para protegerse de los riesgos de quedar abarcados por las sanciones. En este contexto, la participación del yuan en el mercado ruso de divisas saltó al 48% en noviembre de 2022 desde menos del 1% en enero de ese mismo año. Hacia adelante, es posible que Rusia profundice el proceso de desdolarización de su comercio exterior e incremente el uso de monedas nacionales en el comercio con sus socios y otros países neutrales. Con más reservas de yuanes, Moscú incluso podría usar la moneda china para estabilizar el rublo y sus mercados financieros.
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Un intento por mediar en la solución del conflicto en Ucrania
Al cumplirse un año de la guerra, el Gobierno chino publicó una declaración de 12 puntos, cuyo objetivo era posicionar al país como mediador en el conflicto. No obstante, la declaración fue recibida con frialdad tanto por el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, como por los países occidentales. De momento, parece poco viable que una solución a la guerra respaldada por China resulte exitosa, especialmente dada la hostilidad de Kiev a cualquier propuesta que implique concesiones territoriales.
Por otra parte, algunos expertos señalan que China también podría tener incentivos para repensar sus lazos con Rusia durante 2023 dada la necesidad de reconstruir su relación con Europa occidental en miras a contrarrestar la presión de Estados Unidos.
Un acercamiento de Beijing a Europa se ha vuelto más urgente luego de que los Países Bajos (y otros países europeos) acordaron unirse a los controles de exportación de Estados Unidos sobre tecnología avanzada de semiconductores y microchips. El embajador de China ante la Unión Europea, Fu Cong, instó recientemente a los miembros del bloque a levantar sus sanciones contra Beijing para allanar el camino hacia la ratificación del Acuerdo Integral sobre Inversiones China-Europa - hoy virtualmente paralizado - como una forma de restablecer las relaciones bilaterales.
Más allá de las acciones que impulse China para acercarse a los países europeos, no suponen una amenaza para la relación China-Rusia. La fuerte alineación basada en los esfuerzos compartidos para contrarrestar la influencia de Washington a nivel mundial seguirá siendo la principal fuerza estabilizadora en los lazos bilaterales, incluso si no alivia los sentimientos de inseguridad o desconfianza mutua entre los funcionarios chinos o rusos. En este sentido, la hostilidad compartida por Xi y Putin hacia las sanciones occidentales y la búsqueda de profundizar sus lazos con los países en desarrollo seguirá siendo una pieza clave del armado expansivo de los vínculos económicos y de defensa de las dos potencias euroasiáticas en la década de 2020.