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Rusia busca romper el aislamiento

Putin usa a América latina para molestar a Estados Unidos

Vladimir Putin ve en América latina un socio ideal para vender armas y, sobre todo, inquietar a Estados Unidos

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27 de marzo de 2023 - 17:29

La presencia de Rusia y China en todo el mundo cada vez es mayor. El aprovechamiento de Xi Jinping y Putin de las necesidades de muchos países en distintas latitudes es cada vez mayor. Win-win, porque los países de África o América latina encuentran en ellos recursos que no encuentran en Estados Unidos y Europa Occidental, mucho más preocupados por la geopolítica en el Pacífico, el Cáucaso o Medio Oriente. En este contexto, América latina aparece como un socio muy apetecible, por varias razones. Y, si desde la región, hay expresiones como la de Nicolás Maduro que compartimos a continuación, mucho más.

Maduro propone conformar ponderosa organización aliada a Rusia y China

América latina es, en el imaginario de Putin, un eslabón más en su añoranza de devolver a Rusia el protagonismo internacional que supo tener la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). En plena Guerra Fría, la URSS tenía mucha influencia en la región, en particular en América central, con Cuba y Nicaragua. Pero, concluida la Guerra Fría, estos vínculos se enfriaron, de ambas partes, porque la presencia de un gran líder mundial, Estados Unidos, atrajo a todos. Por un lado, Rusia apostó a formar parte de ese club de amigos que Estados Unidos y Europa Occidental conformaron, que sigue vigente aún hoy. Con la llegada de Putin al poder, a fines de los 90, Rusia se dio cuenta que jamás ingresaría al círculo. Por el lado de América latina, fue imposible para los líderes de los países no acercarse al nuevo hegemón, en busca de negocios y oportunidades para su propio desarrollo. Vale decirlo, Estados Unidos no correspondió en todos los casos las inquietudes latinoamericanas.

Sin embargo, con la hegemonía estadounidense progresivamente en discusión, sobre todo desde el segundo lustro de la primera década del siglo, las afinidades volvieron a cambiar. Y Putin vio la oportunidad de ir hacia un nuevo mundo en el que ya no mande solo uno. El objetivo de Putin es que América latina forme parte de ese nuevo mundo multipolar del que hablaba Maduro, mundo en el que Rusia sea protagonista. Y, quizás por sobre todas las cosas, molestar a Estados Unidos en su patio trasero. Muchos expertos coinciden en que Putin quiere hacerle a Estados Unidos lo que Estados Unidos le hace a Rusia luego de la Guerra Fría: asociarse con sus vecinos, para mantener presencia intimidatoria.

Rusia y América latina, en el siglo XXI

Pero, ¿cómo explicamos este acercamiento de Putin a América latina? La frustración tras darse cuenta que el bloque occidental no quería asociarse con Rusia, dio lugar a distintas operaciones de Putin que tuvieron como uno de sus objetivos alertar a Occidente de que una Rusia enemiga era sería mucho más complicada para el mundo que una Rusia socia. Así llegaron el conflicto en Georgia, y la posterior invasión de Crimea, en 2008 y 2014, respectivamente. Putin definitivamente se había puesto del lado de los enemigos de Occidente. Las sanciones económicas no tardaron en llegar. Para bancar esas paradas, y otras que llegaron después, Putin necesitaba dos cosas concretamente: una, apoyos en los organismos internacionales para contrarrestar las condenas recibidas desde Occidente; la otra, mantener cierto intercambio de bienes y servicios para que la economía rusa sufriera lo menos posible por las sanciones impuestas. En ese contexto, América latina apareció como el viejo socio que ahora podía volver a ser aliado de Rusia.

Cuenta Mira Milosevich, investigadora del Real Instituto Elcano, en una nota de la BBC, que Rusia rápidamente reemplazó la compra de verduras, frutas y carnes españolas por aquellas provenientes de Argentina, Brasil y Uruguay. Esta política representaba una gran oportunidad para los países del sur de América también, ya que podían sostener sus exportaciones de materias primas, e incluso aumentarlas, y al mismo tiempo reducir la dependencia de Estados Unidos y los países de la Unión Europea. Con socios más radicalizados, como Venezuela, Cuba o Nicaragua, la estrategia fue distinta: comenzaron a recibir asistencia, a cambio de, por ejemplo, las visitas de los bombarderos estratégicos rusos y los buques de la Armada o el reconocimiento diplomático de las repúblicas separatistas de Abjasia y Osetia del Sur (ambas apoyadas por Rusia). La reciprocidad entre Rusia y varios países de la región en la esfera de los organismos internacionales es notable: la ayuda es mutua, según la conveniencia.

Sin embargo, los números de comercio no son muy relevantes. Lo que sí es relevante es la venta de armamento bajo esta política de acercamiento de Putin. Así, muchos países de la región, casi sin distinguir de ideología política, fortalecieron sus capacidades militares gracias a Putin. En términos económicos, el segundo foco más relevante de esta nueva asociación fueron los negocios energéticos, a partir de los muy importantes recursos naturales que los países del cono sur tienen en materia de litio, oro y petróleo. La vacuna Sputnik, en plena pandemia, fue otra oportunidad que utilizó Putin para aumentar su presencia en la región. Argentina, Bolivia, Nicaragua, Paraguay y Venezuela fueron los primeros en recibirla. Era una oportunidad histórica para asistirlo y, sobre todo, generar crédito a futuro para forzar decisiones favorables al Kremlin. Sin embargo, los problemas de producción hicieron que luego de un inicio auspicioso, la cooperación en esta materia se transformara en un dolor de cabeza.

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Hay un aspecto más de la estrategia de Putin para influir en la región, que probablemente sea el más ambicioso de todos: los medios. La instalación en la región de la señal de noticias Russia Today en la última década ha sido impresionante. A través de esta, Rusia logra exportar a toda la región la visión rusa de las cosas, sobre todo en latitudes en las que las señales de noticias estadounidenses están tan difundidas. Viendo Russia Today, Estados Unidos no es tan bueno, ni Rusia tan mala. El especialista en Relaciones Internacionales Vladimir Rouvinski así lo explicita en una entrevista con el diario El País de España: “El caso de RT ha sido un verdadero éxito (…). Muchas personas están viendo la programación gratuita de RT por Internet, donde el canal está disponible todos los días y a toda hora en alta calidad. Desde esta perspectiva, si bien Rusia no puede competir con Estados Unidos, Europa o China en términos de comercio e inversiones en América Latina, Moscú si parece estar ganando terreno en la batalla por las mentes de los latinoamericanos”.

Putin está consiguiendo sus objetivos y va por más

Números al margen, lo central es que Putin ha logrado reestablecer la relación de la vieja URSS con América latina. Con menos ideología y más pragmatismo, Putin consiguió hacer pie firme en la región, con resultados simbólicos muy concretos: los rechazos de Venezuela, Cuba, Nicaragua y El Salvador a a condenas internacionales sobre el Kremlin, o las abstenciones de Argentina y México, por mencionar algunos casos, así lo reflejan. Putin logró conseguir varios objetivos. En primer lugar, que haya más Rusia en el mundo, algo que quita el sueño a Putin, mostrando a Rusia como potencia con presencia en todo el planeta. En segundo lugar, que las condenas recibidas sean cuestionadas por distintos países, fuera del socio habitual, Bielorrusia. Por último, obligar a Estados Unidos a seguir sus pasos en la región. Sería como una política de reciprocidad por las molestias que, para Putin, Estados Unidos ocasiona al asociarse con, por ejemplo, Polonia, Ucrania o los países Bálticos. Más allá de que la prioridad de Estados Unidos nunca está en América latina, la presencia de Putin por estas latitudes obliga a la Administración estadounidense a estar atenta a sus pasos. La sola sospecha, existente, de que Putin pueda desplegar presencia militar en la región, o enviar misiles a países amigos, ya amerita un seguimiento mucho más minucioso por parte del gigante del norte.

Así las cosas, las palabras de Maduro en referencia al hermano mayor Putin suenan mucho más como algo planeado y consensuado, que como una frase suelta al viento. Putin está en la región, tiene socios concretos más allá de afinidades políticas y va por más.

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