13 de abril de 2023 - 14:49 Por Damian Szvalb Desde el inicio de la invasión de Rusia a Ucrania en febrero de 2022, la Unión Europea, Estados Unidos y otros países occidentales han adoptado múltiples paquetes de sanciones contra Rusia y Bielorrusia. En el transcurso del conflicto se han anunciado más de 11.300 sanciones y se han congelado unos 300.000 millones de dólares de las reservas extranjeras de Rusia. Estas sanciones apuntan a debilitar la capacidad del Kremlin para financiar la guerra y apuntan específicamente a la élite política, militar y económica responsable de la invasión. De este modo, las medidas restrictivas no se dirigen a la sociedad rusa. Es por ello que áreas como la alimentación, la agricultura, la salud y los medicamentos han quedado excluidas de las sanciones impuestas.
Los indicadores económicos muestran que las medidas restrictivas tomadas por Europa, Estados Unidos y demás países contra Rusia han tenido un impacto en la economía del país invasor.
Según el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), se estima que en 2022 el producto interno bruto de Rusia cayó al menos un 2,2% en el mejor de los casos y hasta un 3,9% en el peor de los casos. Estas mismas instituciones prevén que la economía de Rusia podría seguir contrayéndose en 2023. Las estimaciones indican que el PIB ruso disminuirá un 5,6% en el peor de los casos (OCDE) o un 3,3% según el Banco Mundial. En tanto, el FMI espera un ligero crecimiento en 2023 (0,3%), pero que la economía se contraiga al menos un 7% en el mediano plazo.
Las medidas restrictivas tienen como objetivo las importaciones de ciertos bienes producidos en Rusia y la exportación de ciertos bienes hacia este país. La lista de productos prohibidos está diseñada para maximizar el impacto negativo de las sanciones en la economía rusa al tiempo que limita las consecuencias para las empresas y los ciudadanos de los países occidentales que respaldan a Ucrania. Las cifras señalan que las sanciones están dando sus frutos. En 2023, las exportaciones seguirán cayendo, siguiendo la trayectoria de 2022, mientras que se espera que las importaciones sean más altas que en el último año. Además, la tasa de inflación aumentó considerablemente en 2022, alcanzando casi el 14%. Las previsiones para 2023 varían del 5% (FMI) al 6,8% (OCDE).
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Putin puso a la economía de Rusia en serias dificultades
Foto: GAVRIIL GRIGOROV / SPUTNIK / AFP
Las principales exportaciones del país - gas y petróleo - han perdido importantes clientes, tensando las finanzas del gobierno. El rublo se devaluó más del 20% desde noviembre frente al dólar norteamericano. La fuerza laboral rusa se ha reducido crecientemente a medida que los jóvenes son enviados al frente o huyen del país por temor a ser reclutados. En paralelo, la incertidumbre ha prácticamente frenado la inversión empresarial.
El dilema del largo plazo
Por ahora no hay indicios de que las dificultades económicas sean lo suficientemente severas como para representar una amenaza para la capacidad de Rusia de sostener el esfuerzo de guerra en el corto plazo. La economía rusa mostró una resistencia sorprendente a las sanciones sin precedentes impuestas por Occidente, incluida la prohibición de la Unión Europea sobre la mayoría de las importaciones de gas y petróleo. Las estimaciones preliminares del gobierno ruso muestran que la producción económica se habría contraído un 2,1% el año pasado, por debajo de las principales estimaciones. El aumento de la producción militar y el enorme gasto público mantienen a la industria rusa a flote, lo que ayuda a suavizar el impacto económico de las sanciones occidentales a la vez que permite que Moscú continúe con su campaña en Ucrania. Sin embargo, la escasez de ingresos estatales supone un dilema cada vez más importante respecto de cómo conciliar los crecientes gastos militares con los subsidios y el gasto social que han ayudado al Gobierno de Vladimir Putin a aislar a la población civil del impacto de la guerra.
El gasto de 5.410 millones de rublos (69.000 millones de dólares) en defensa en 2022 superó el presupuesto original del Kremlin en un 54% y representó el 17,4% del gasto total, según el Instituto Gaidar, un think tank independiente con sede en Moscú. No parece haber señales de que el presupuesto en defensa vaya a disminuir en 2023, a pesar de que los embargos occidentales y los límites de precios comienzan a resentir las exportaciones de energía y, por ende, el ingreso de divisas clave para la economía rusa. De hecho, se estima que el "gasto clasificado", otra indicación del aumento de los gastos relacionados con las Fuerzas Armadas, representará el 23% del presupuesto de Rusia este año, frente al 15,1% en 2021.
El escenario es distinto a largo plazo, Alexandra Prokopenko - exfuncionaria del Banco Central de Rusia que dejó el país al inicio de la invasión - señaló que la economía rusa está entrando en una regresión a largo plazo. Habiendo perdido en gran medida su mercado europeo, y con la retirada de otros inversores occidentales, Moscú se está volviendo cada vez más dependiente de China, lo que amenaza con hacer realidad los temores latentes en el Kremlin de convertirse en una colonia económica del gigante asiático.
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Rusia perdió su liderazgo como exportador de energía.
Foto: Reuters
Recuperación
Un estudio independiente publicado en marzo pasado sugiere que la clase media de Rusia se reducirá profundizando la desigualdad social, incluso si se relajan las sanciones. El retorno a los niveles de prosperidad anteriores al conflicto permanece muy lejos. De hecho, las estimaciones de instituciones multilaterales plantean que la recuperación recién podría comenzar en 2024 en el mejor de los casos, y solo en el improbable caso de que los factores externos no empeoren significativamente durante el presente año. Rusia parece dirigirse para otra década perdida, con una década de estancamiento seguida de una década de regresión.
En particular, la evaluación del FMI plantea que la economía de Rusia podría expandirse un 0,3% este año y un 2,1% el próximo. Un escenario mucho más optimista que los últimos pronósticos tanto del Banco Mundial como de la OCDE. Kristalina Georgieva, gerenta del Fondo, recientemente dijo que la economía de Rusia sufrirá con el tiempo a medida que los trabajadores emigran y se corte el acceso a la tecnología, y que las sanciones a su vasta industria energética empiecen a pasar factura.