30 de septiembre de 2024 - 09:48 Por Damian Szvalb Con la eliminación de Hasan Nasrala, máximo líder de la organización terrorista Hezbolá, Israel demostró que está dispuesto a todo para reconfigurar Medio Oriente. Por eso no se limitará a terminar con la amenaza de Hamas, ni siquiera con la del Hezbolá. Cree que es el momento para ir por todo, es decir, por Irán.
Se trató de un golpe que quiso dejar en claro que, después de las desastrosas fallas de seguridad del 7 de octubre, Israel mantiene su supremacía militar regional y que puede hacer lo que quiera, donde quiera y cuando quiera, y, además, hacerlo eficientemente.
Israel, con audacia y determinación
Quizás, lo más importante que demostró es la audacia y la determinación para tomar decisiones que, eso sí, abren escenarios impredecibles que lo pueden arrastrar a desafíos militares extremos. El ahora muerto líder de Hezbolá había estado siempre en la mira de Israel, aunque mantenido con vida por razones estratégicas y políticas: dar ese paso implicaba romper un statu quo regional en el que el gobierno de Bibi se sentía cómodo. El 7 de octubre lo cambió todo.
Como decíamos hace una semana al hablar del éxito de las operaciones que sacaron de juego a gran parte de la estructura operativa de Hezbolá, a partir de las explosiones de beepers y walkie talkies, Israel está decidido a acelerar un desenlace, sea el que sea.
Ese ir por todo se expresa en la decisión de romper el equilibrio establecido antes de que lo haga Irán, cuando, más temprano que tarde, logre capacidad nuclear. Eso cambiaría todo y el acoso iraní a través de sus grupos proxy, como Hamas y Hezbolá, se transformaría en algo mucho peor. Por eso la decisión de eliminar a Nasrala va más allá de buscar establecer la calma en el norte del país para que los 60 mil desplazados vuelvan a sus casas.
Israel no solo busca que Hezbolá se retire de la frontera y que dejé de tirar misiles. Ahora está dispuesto a hacer lo que nunca quiso y a borrar las líneas rojas que de cierta manera garantizaban que no se produzca una escalada en la región de impredecibles consecuencias. Todo eso no existe más.
Embestida contra Hezbola
La embestida israelí contra Hezbolá y Nasrala también demostró que ahora, lo que dicen los líderes militares y políticos israelíes, lo hacen. Fueron varias las advertencias y amenazas públicas que se cumplieron sobre las consecuencias que sufriría Hezbolá si seguía atacando a Israel. Las últimas fueron la de Bibi Netanyahu en la ONU solo horas antes de la operación que eliminó a Nasrala. También incluyeron a Irán.
Consecuencias impredecibles
Por eso ahora todos los ojos se posan sobre Irán, que debe estar evaluando qué hacer ante la embestida israelí. Si responde y activa todo su potencial y el de sus aliados en Irak, Siria y Yemen y lo que queda de Hezbolá, que sigue siendo muchísimo para responderle a Israel, o si se queda quieto, corriendo el riesgo de mostrar una profunda debilidad que podría terminar de convencer a Israel de que es el momento para ir por ellos.
A pesar de las desastrosas fallas de seguridad del 7 de octubre, sin duda las peores en la historia del país, Israel busca demostrar que su primacía militar regional está intacta. En menos de 15 días realizó operaciones exitosas que sometieron a sus enemigos. De esta manera, busca también recomponer la confianza de la sociedad israelí, que necesitaba volver a sentir que las fuerzas de seguridad son capaces de protegerlos de sus peores enemigos