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Tregua frágil en Medio Oriente

Irán e Israel y Estados Unidos se preparan para una nueva etapa

Pese al anuncio de alto el fuego impulsado por Estados Unidos, se inició una tregua entre Irán e Israel que podría quebrarse en cualquier momento.

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24 de junio de 2025 - 14:39 Por Sarai Avila

El anuncio de un alto el fuego entre Irán e Israel, difundido por el presidente estadounidense Donald Trump, marcó un punto de inflexión inesperado en una guerra de doce días que sacudió a Medio Oriente y puso en alerta al sistema internacional. Sin embargo, la tregua nació rodeada de tensiones, con episodios de violencia aislados, declaraciones contradictorias y un clima de desconfianza que hace tambalear la posibilidad de una paz duradera.

El acuerdo fue alcanzado tras días de escalada militar que incluyeron bombardeos israelíes sobre territorio iraní, ataques iraníes con misiles hacia Israel y una intervención directa de Estados Unidos con un operativo aéreo que destruyó instalaciones nucleares claves de Irán. A raíz de esta ofensiva, Irán lanzó un ataque de represalia contra la base militar estadounidense Al Udeid en Qatar. Aunque no causó víctimas, el ataque elevó la tensión al borde de una guerra regional de consecuencias impredecibles.

El rol de Donald Trump

Fue en ese contexto que la administración Trump activó una intensa operación diplomática. A través de canales directos e indirectos, incluyendo el rol clave del gobierno de Qatar, Washington logró que las partes acordaran un cese del fuego escalonado: Irán debía detener sus operaciones ofensivas a partir de las 04:00 GMT, y doce horas después lo haría Israel.

Aunque la tregua fue confirmada por Trump en una publicación en su red Truth Social, los hechos sobre el terreno rápidamente ensombrecieron el optimismo inicial. Israel denunció el lanzamiento de misiles y drones desde territorio iraní y respondió con un ataque puntual a un sistema de radar al norte de Teherán. Irán, por su parte, negó haber violado el acuerdo y acusó a Israel de mantener operaciones ofensivas incluso después del inicio del cese del fuego.

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La fragilidad del acuerdo quedó expuesta también en el tono del propio Trump, quien en declaraciones a la prensa expresó su “profunda frustración” con ambas partes, pero en particular con Israel. “No estoy contento con que hayan salido esta mañana a lanzar bombas justo después de que hicimos el trato”, dijo visiblemente molesto antes de partir rumbo a la cumbre de la OTAN en Países Bajos. Poco después, endureció el mensaje con una advertencia pública en redes: “ISRAEL. NO LANCEN ESAS BOMBAS. SI LO HACEN, SERÁ UNA VIOLACIÓN GRAVE. ¡DEVUELVAN A SUS PILOTOS A CASA, YA!”

La situación de Israel

Desde Tel Aviv, el primer ministro Benjamin Netanyahu respondió con cautela. Fuentes del gobierno israelí confirmaron que se redujo considerablemente la ofensiva planificada, que originalmente contemplaba múltiples blancos estratégicos en el centro de Irán. El ataque se limitó finalmente a un sistema de radar, y fue presentado como una respuesta proporcional a la presunta violación iraní del acuerdo. Sin embargo, esta decisión no disipó las dudas sobre el compromiso real de las partes con una desescalada sostenida.

Por el lado iraní, el canciller Abás Araghchí negó rotundamente haber lanzado misiles tras el inicio del alto el fuego, pero admitió que Irán solo detendría sus operaciones si Israel hacía lo mismo. La televisión estatal iraní confirmó que altos mandos militares fueron alcanzados por los ataques israelíes, entre ellos un destacado científico del programa nuclear, lo que alimenta la presión interna sobre el gobierno de Teherán para no dar señales de debilidad.

El mundo mira impotente

En este clima de tensión persistente, la comunidad internacional reaccionó con una mezcla de alivio y escepticismo. Rusia celebró la tregua y destacó su papel en las negociaciones previas, mientras que la Unión Europea, China y Egipto instaron al respeto del acuerdo y abogaron por una solución política. Sin embargo, varios analistas advirtieron que la tregua no resuelve los conflictos de fondo, y que los incentivos para una nueva escalada siguen latentes.

Desde el punto de vista estratégico, Israel declaró haber cumplido sus objetivos militares: según su gobierno, el operativo logró neutralizar la “doble amenaza existencial” que representaban el programa nuclear y los misiles balísticos iraníes. El ministro de Defensa, Israel Katz, advirtió que su país está preparado para responder “con fuerza” ante cualquier nueva provocación. Por su parte, Trump defendió el bombardeo estadounidense a los sitios nucleares como una acción “quirúrgica” que permitió acelerar el acuerdo y demostrar la superioridad militar de Occidente.

En paralelo, el Organismo Internacional de Energía Atómica solicitó acceso a las instalaciones atacadas para evaluar el impacto real sobre el desarrollo nuclear iraní. Algunas fuentes sostienen que el material más sensible fue evacuado antes del ataque, mientras que otros informes hablan de daños irreversibles en las plantas de Fordo, Natanz e Isfahán. La incertidumbre sobre la capacidad futura de Irán para reconstruir su programa nuclear añade una capa de complejidad al escenario regional.

De fondo, se reconfigura el mapa geopolítico de Medio Oriente. La guerra debilitó gravemente a Hezbollah en Líbano y a las milicias pro - iraníes en Siria e Irak, al tiempo que dejó a Teherán aislado y golpeado. El régimen iraní enfrenta una crisis interna con más de 400 muertos y 3.000 heridos, en su mayoría civiles, mientras intenta preservar su imagen de fortaleza frente a sus aliados y adversarios. Para Israel, en cambio, la guerra reforzó su capacidad disuasoria y reposicionó su inteligencia militar tras el golpe sufrido el 7 de octubre por el ataque de Hamás.

La falta de una estrategia clara en ese frente deja expuesta la dimensión política del conflicto y el endurecimiento del gobierno de Netanyahu, en plena crisis de legitimidad. En las próximas horas, el foco estará puesto en la verificación del cumplimiento efectivo de la tregua, la posibilidad de retomar negociaciones más amplias —como el acuerdo nuclear— y la presión internacional para evitar una nueva escalada. También será clave observar si Trump capitaliza este episodio como un éxito de su política exterior o si la fragilidad del alto el fuego lo expone a nuevos cuestionamientos.

Por ahora, la situación permanece extremadamente volátil, y el futuro inmediato dependerá de la moderación —o la provocación— que asuman las partes.

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