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Tensión mundial

Estados Unidos y una guerra comercial que se explica por China

Donald Trump puso a Estados Unidos en el centro de la atención mundial con su guerra comercial. China y la UE dispuestos a subir la apuesta.

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10 de abril de 2025 - 09:35 Por Sarai Avila

Los aranceles volvieron al centro del debate global, y no como una herramienta técnica de política comercial, sino como un arma de confrontación internacional. El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos trajo consigo una escalada sin precedentes en el proteccionismo económico: el republicano impuso un arancel universal del 10% a todas las importaciones y anunció incrementos aún más agresivos para la Unión Europea (20%) y China (34%), con amenazas de llevar estos últimos hasta el 50% o más si no hay una “rendición” inmediata por parte de Pekín.

En palabras del propio Trump, la medida busca “corregir décadas de abuso” y dar lugar a un “comercio justo”. Pero detrás de ese discurso nacionalista se esconden múltiples impactos negativos: crisis bursátiles, temores de recesión global, protestas diplomáticas, denuncias ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) y efectos directos sobre países de economías frágiles, como la Argentina.

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Donald Trump, presidente de Estados Unidos, decidido a escalar la guerra comercial

Donald Trump, presidente de Estados Unidos, decidido a escalar la guerra comercial

¿Qué son los aranceles y qué implican?

Los aranceles son impuestos que los gobiernos aplican sobre bienes importados. Su finalidad puede variar: a veces se utilizan para recaudar fondos fiscales, pero otras veces, como en este caso, son herramientas de proteccionismo económico. Al encarecer los productos extranjeros, se busca favorecer a la industria local. El problema surge cuando se usan como instrumento de presión o castigo en relaciones internacionales: entonces, los aranceles se convierten en una forma de “guerra comercial”.

Y como toda guerra, genera daños colaterales. Economistas coinciden en que los aranceles terminan siendo pagados por los consumidores del país que los impone, ya que los precios suben, se distorsionan las cadenas de suministro y se reduce la competitividad. En un mundo globalizado, cerrar las fronteras comerciales puede significar abrir la puerta a una recesión.

Donald Trump: proteccionismo a toda máquina

La nueva ofensiva arancelaria de Trump se oficializó el 2 de abril, día que él mismo bautizó como “el Día de la Liberación”. Con una retórica desafiante, decretó un arancel del 10% a todas las importaciones provenientes de 184 países. “Nos cobran, les cobramos. Es simple”, escribió en su red social Truth Social. Pero la escalada no se detuvo ahí.

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Apenas dos días después, Trump aumentó la presión: anunció aranceles del 20% para los productos europeos y del 34% para los chinos. Y lanzó una amenaza directa a Pekín: si no se revierte su último paquete de aranceles contra EE.UU., la tasa llegará al 50%, e incluso al 104%. “China es el mayor abusador de todos. No vamos a permitir que sigan aprovechándose de nosotros”, afirmó.

Además, anticipó que si China no cede, se suspenderán todos los diálogos y negociaciones en curso. Para Trump, esta es una batalla ideológica tanto como económica. En su narrativa, la globalización debilitó a EE.UU. y su política busca restaurar la autosuficiencia y el orgullo nacional.

China responde: aranceles, OMC y diplomacia dura

La reacción de Pekín fue inmediata. China impuso un arancel del 34% a todos los productos estadounidenses, denunció a EE.UU. ante la OMC y prometió “responder con firmeza” a cualquier nueva escalada. Liu Pengyu, portavoz de la embajada china en Washington, acusó a la Casa Blanca de “intimidación económica” y de actuar fuera de los marcos multilaterales.

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En paralelo, el gobierno chino convocó a embajadores de países clave para consolidar alianzas en defensa del libre comercio. La estrategia es doble: aislar a EE.UU. y consolidar nuevas rutas comerciales en Asia, África y América Latina. No obstante, el gigante asiático también sufre las consecuencias: sus bolsas cayeron y el yuan se devaluó frente al dólar.

El mundo reacciona: protestas diplomáticas y temores de recesión

Más de 50 países contactaron a Washington en busca de excepciones o postergaciones. Vietnam, afectado con un arancel del 46%, pidió una prórroga de 45 días para renegociar. Israel, a pesar de su estrecha alianza con EE.UU., fue castigado con un 17% y ya evalúa medidas en la OMC. Incluso Australia y Canadá, socios históricos, manifestaron su malestar.

La Unión Europea, por su parte, fue tajante. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, calificó la medida como “una violación del orden multilateral” y adelantó que Bruselas prepara represalias: se trata de un paquete de aranceles del 25% sobre productos estadounidenses que incluye desde diamantes hasta automóviles. El nuevo primer ministro británico, Keir Starmer, advirtió que el mundo “ingresa en una fase de desorden económico” y llamó a preservar el sistema de reglas compartidas.

Mientras tanto, las bolsas se desploman: el Nikkei japonés cayó 7,8%, el Hang Seng de Hong Kong se hundió un 13,2%, y el índice EuroStoxx 50 perdió casi un 5% en una sola jornada. Wall Street vivió días de fuerte volatilidad, y el índice de miedo (VIX) trepó a máximos de los últimos cuatro años. El petróleo retrocedió por debajo de los USD 61 y los commodities agrícolas, como la soja y el maíz, también sufrieron caídas.

Golpe a Argentina: exportaciones, mercados y FMI

Aunque las exportaciones argentinas a EE.UU. representan apenas un 6% del total, el impacto indirecto es profundo. La caída de los precios internacionales de materias primas reduce ingresos por exportaciones y afecta la recaudación fiscal. El riesgo país volvió a superar los 960 puntos y el índice Merval cayó casi un 4%. Los ADR de empresas argentinas que cotizan en Wall Street registraron bajas de hasta el 8%.

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El presidente Javier Milei viajó a Miami en un intento de lograr una excepción para Argentina, pero fue ignorado. Trump ni siquiera lo recibió. En cambio, su equipo exigió que cualquier acuerdo con el FMI excluya el uso del swap con China, como parte de la ofensiva para aislar a Pekín. “No vamos a permitir que la recuperación china sea financiada con plata del Fondo”, declaró Scott Bessent, actual secretario del Tesoro.

Según el economista Roberto Geretto, “la guerra comercial de Trump perjudica a Argentina por partida doble: baja de commodities y fuga hacia activos seguros”. Con un acuerdo pendiente con el FMI, las nuevas tensiones agregan más incertidumbre a la ya frágil economía nacional.

Disputas internas en EE.UU. y advertencias sobre el rumbo económico

Dentro del Congreso estadounidense también hay tensión. Siete senadores republicanos se unieron a los demócratas para presentar una ley que limite la capacidad presidencial de imponer aranceles sin aprobación legislativa. Pero la Casa Blanca ya anticipó que vetará cualquier intento de frenar las medidas.

Las medidas de Trump no solo generaron tensiones internacionales, sino que también reavivaron el debate interno. Mientras algunos sectores industriales celebran el retorno del proteccionismo, otros —especialmente del sector tecnológico, agrícola y automotriz— alertan sobre el impacto negativo en costos, exportaciones y cadenas de valor. En el Congreso, legisladores de ambos partidos comenzaron a discutir mecanismos para revisar o limitar la potestad presidencial en materia arancelaria.

A medida que la tensión escala y se multiplican las represalias cruzadas, el temor de una desaceleración en el comercio internacional se vuelve cada vez más palpable. Los próximos meses serán clave para saber si el mundo se encamina a una nueva etapa de aislamiento o si primará la búsqueda de acuerdos multilaterales frente a la lógica del conflicto permanente.

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