25 de marzo de 2025 - 14:09 Por Fiamma Tognoli El fentanilo, un opioide sintético hasta 50 veces más potente que la heroína, se ha convertido en el epicentro de una crisis de salud pública en Estados Unidos y en la causa de una fuente de fricción entre distintos Estados. Mientras Washington endurece su legislación y refuerza la seguridad fronteriza, el conflicto geopolítico escala, con China y México en el epicentro.
La Ley HALT Fentanyl en Estados Unidos
En un intento por frenar la epidemia, el Senado de EE.UU. aprobó la Ley HALT Fentanyl con un contundente respaldo bipartidista: 84 votos a favor y 16 en contra. La legislación busca cerrar una laguna legal utilizada por los traficantes, quienes alteran mínimamente la estructura química del fentanilo para evadir las leyes. Ahora, cualquier variante del opioide será tratada como una sustancia de la Lista I, la categoría más restrictiva de la Ley de Sustancias Controladas.
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El sistema de salud de Estados Unidos enfrenta una creciente presión debido al consumo de fentanilo
El senador Bill Cassidy, principal promotor de la ley, explicó la urgencia de la medida: “El fentanilo sigue causando adicción, sigue matando, y lo seguirá haciendo si no cerramos estas brechas en la legislación”. Sin embargo, los críticos sostienen que criminalizar aún más las drogas sintéticas sin abordar la demanda y el tratamiento de adicciones podría no ser suficiente para detener la crisis.
¿Cómo se convirtió el Fentanilo en una amenaza global?
Lo que comenzó como una crisis de opioides recetados en la década de 1990 ha evolucionado en una crisis de opioides sintéticos, con el fentanilo dominando el mercado ilegal. A medida que se restringió el acceso a medicamentos como el OxyContin, los consumidores recurrieron a la heroína, y más tarde, al fentanilo, un opioide más barato y mucho más potente.
En 2015, las muertes por sobredosis de opioides sintéticos superaban las 52,000. Para 2021, el número se disparó a más de 100,000, convirtiendo al fentanilo en la principal causa de muerte entre los estadounidenses de 18 a 45 años. En 2023, la Administración de Control de Drogas (DEA) incautó más de 379 millones de dosis de fentanilo, suficientes para potencialmente matar a toda la población de EE.UU.
En 2024, algunos datos sugieren una ligera reducción en las muertes, atribuida a la distribución masiva de naloxona y a estrategias más agresivas de control fronterizo. No obstante, según el Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas (NIDA), el consumo de fentanilo mezclado con estimulantes como la metanfetamina y la cocaína ha crecido en los últimos años, lo que complica aún más la crisis.
Impacto en el sistema de salud y la economía
El sistema de salud de EE.UU. enfrenta una creciente presión debido a la crisis del fentanilo. Los hospitales han registrado un incremento del 30% en los casos de sobredosis en la última década, lo que ha llevado a un aumento en los costos médicos y en la demanda de servicios de emergencia. Según el Consejo Económico Nacional de EE.UU., la epidemia de opioides ha generado pérdidas económicas superiores a los 1.5 billones de dólares en productividad, atención médica y medidas de seguridad pública.
El impacto en la economía local también es significativo. En ciudades como San Francisco, Filadelfia y Portland, el aumento del consumo de fentanilo ha contribuido a problemas de indigencia, desempleo y criminalidad. Se estima que los costos asociados con el abuso de opioides representan el 3% del PIB de EE.UU., afectando a sectores clave como el comercio minorista y la industria manufacturera.
Producción y rutas de tráfico
El fentanilo no se produce en EE.UU., sino que sigue una cadena de suministro que involucra a China, México y otros actores internacionales. China es el principal proveedor de precursores químicos, los cuales son enviados a México, donde los cárteles, principalmente el de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación, operan laboratorios clandestinos donde convierten estos químicos en el opioide final.
Según datos de la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. (CBP), el 98% del fentanilo incautado en los últimos meses fue interceptado en la frontera con México, principalmente en los cruces de California y Arizona. Menos del 1% se detectó en la frontera con Canadá. En 2023, se incautaron más de 26,000 kilogramos de fentanilo en la frontera sur, una cantidad que supera con creces la de años anteriores.
Los traficantes ocultan la droga en cargamentos comerciales, equipajes y en vehículos. También han utilizado drones y túneles subterráneos para eludir la seguridad fronteriza. Un informe de la DEA reveló que aproximadamente el 60% de las incautaciones de fentanilo se producen en puntos de entrada legales, transportado por ciudadanos estadounidenses reclutados por los cárteles para cruzar pequeñas cantidades a la vez.
Tensiones geopolíticas
La administración de Donald Trump intensifico la presión sobre China y México, imponiendo nuevos aranceles del 10% a Beijing y medidas similares a Canadá y México, acusándolos de no hacer lo suficiente para frenar el tráfico de fentanilo. En respuesta, China ha contraatacado con aranceles del 15% a productos estadounidenses, mientras que Canadá ha anunciado impuestos del 25% sobre 30,000 millones de dólares en bienes de EE.UU.
México, por su parte, ha desplegado 10,000 efectivos de la Guardia Nacional en su frontera norte como parte de la “Operación Frontera Norte”, con la que en su primer mes se incautaron casi 56 kilogramos de fentanilo. Sin embargo, la presión estadounidense sigue aumentando, con algunos legisladores proponiendo designar a los cárteles mexicanos como organizaciones terroristas, una medida que podría justificar intervenciones militares en territorio mexicano.
China insiste en que el problema es la demanda interna de EE.UU. y defiende que ha implementado regulaciones estrictas sobre la venta de precursores químicos. Sin embargo, informes de la DEA revelan que algunas empresas chinas continúan vendiendo estos químicos a grupos criminales mexicanos con pleno conocimiento de su destino final.
El conflicto ya ha escalado a foros internacionales como la ONU y la OEA, donde EE.UU. busca sanciones económicas contra compañías chinas involucradas en el tráfico de precursores. Mientras tanto, el Congreso estadounidense discute nuevas medidas para endurecer la cooperación con México y aumentar la vigilancia fronteriza con tecnología avanzada.
La crisis del fentanilo no muestra signos de desaparecer. Mientras EE.UU. refuerza sus fronteras y presiona a sus socios comerciales, la demanda de la droga sigue en aumento, y los cárteles encuentran nuevas formas de producción y distribución. Lo único seguro es que el fentanilo no es solo un problema de salud pública, y requiere un abordaje holístico desde la política pública, que contemple seguridad, prevención, el fortalecimiento del sistema judicial, y mayor cooperación internacional, ya que la problemática trasciende fronteras estatales.