7 de marzo de 2023 - 10:21 A más de seis décadas de la revolución cubana, que dio origen al régimen liderado por Fidel Castro, el país se encuentra en un momento de suma dificultad. Las protestas crecientes poco a poco ponen en jaque al gobierno hoy conducido por Miguel Diaz-Canel, que también se muestra con serias dificultades para abordar una crisis social y económica que afecta cada día más a la población. Las sanciones económicas impuestas sobre la isla, los alineamientos políticos de Cuba, y la situación de los derechos humanos son temas recurrentes en la agenda internacional de la región.
Anamely Ramos González, docente y artista cubana, hoy exiliada, desde distintos puntos de la región lleva adelante una demandante lucha por los derechos humanos de los cubanos. Exponente del Movimiento San Isidro (MSI), una iniciativa compuesta por artistas, activistas, periodistas e intelectuales, que promueven y defienden la plena libertad de expresión, asociación, creación y difusión del arte y la cultura en Cuba. Desde ese lugar, en entrevista exclusiva con El Archivo, nos ayuda a comprender la situación actual de Cuba y a pensar qué puede pasar en un futuro no muy distante.
La situación en Cuba es dramática. Convivimos con un régimen que lleva décadas coartando las libertades. Y eso afecta no solo a los derechos políticos, sino también a muchos derechos civiles. Todos los derechos están atravesados por estas violaciones a los derechos que ejerce el régimen. Hay una práctica sistemática de coartar espacios alternativos, o de autonomía. Todo proyecto social en el que se nucleen personas, aunque no sean de tinte político, cae bajo la vigilancia constante del estado. En Cuba un artista no puede emprender un proyecto sin que inmediatamente el estado comience a monitorear su avance. Siempre interviene el estado. Los artistas tienen que ser autorizados a realizar contenidos, publicarlos, de hecho hay un carné que habilita a ejercer como tal. El estado hace que todo espacio artístico que antes estaba en galerías o en propiedades privadas se traslade al espacio público, para así ejercer un absoluto control.
Este abordaje del estado sobre las expresiones artísticas, ¿ha ido empeorando en los últimos años?
En 2014, aproximadamente, habían proliferado estos espacios alternativos. Estaban en un limbo legal, porque no estaban prohibidos pero tampoco autorizados. El estado comenzó a utilizarlos, para llegar a públicos a los que no podía llegar. Pero en cuanto se dieron cuenta que esto podía generar espacios que quedaran fuera del control del régimen, comenzaron a cerrarlos o bien a hostigar a los artistas. Y es lo que pasó con el Movimiento San Isidro (MSI), que tenía como misión trabajar con la gente del barrio San Isidro y salir al espacio público. Como el MSI logró salirse del control del estado, el régimen intervino y empezó una campaña de desprestigio, en la que, por ejemplo, se decía que los líderes del MSI no eran artistas, sino opositores contrarrevolucionarios, que carecían de legitimidad.
Ahora es casi imposible manifestar la disidencia desde las expresiones artísticas dentro de Cuba. Esto ya trascendió a los artistas, y ya vemos cómo la población en general es víctima de las mismas restricciones. No se permite que se manifiesten saliendo a las calles, ni que se hagan otro tipo de manifestaciones públicas en disidencia. Hay más de 1000 presos políticos por eso.
¿Qué cosas pueden lograr desde el MSI, considerando las restricciones?
Después del acuartelamiento San Isidro del MSI en noviembre de 2020, que fue como un hito, como un antes y un después de todo lo que pasa en el país, no solo a nivel cultural, sino a nivel cívico, de la ciudadanía. La persecución al Movimiento se hizo muy fuerte, se acrecentó, pero también se hizo más personalizada. Por eso las figuras más visibles del Movimiento, Luis Manuel y Michael, siguen presas, condenadas a cinco y nueve años de prisión, respectivamente. Y muchas otras figuras del Movimiento tuvieron que exiliarse. Muchos salimos en su momento y ahora no podemos regresar, no nos dejan ingresar a Cuba. Más allá de los que estamos en el exterior, la nómina central del Movimiento que permanece en Cuba, no se puede mover de sus casas. Y quienes estamos fuera, estamos siendo muy monitoreados por la seguridad.
Lo que hacemos es denunciar todo lo que pase en Cuba. Intentamos mantener a la gente nucleada, aunque estén en otros países. Tratamos de mantener vivas las colaboraciones desde distintas partes del mundo. Y desde ya, acompañar a los familiares de los más de 1000 presos políticos, visibilizando sus testimonios, y apoyándolos desde lo material. Tratamos de difundir todo lo que tiene que ver con el arte independiente en Cuba.
Actualmente, el caso más emblemático es el del músico Abel Lescay, que fue detenido luego de las manifestaciones del 11J. Él sufrió torturas durante su detención, y luego fue condenado a cinco años de prisión domiciliaria. Esto sucedió gracias a la presión popular e internacional, porque en origen querían darle muchos años más en una prisión común. Él, aún privado de su libertad, logró sacar su disco “Grillos”. Nosotros desde el MSI luchamos por hacer conocer el caso de él, como el de tantos músicos y otros artistas que están detenidos.
Abel Lescay: “Necesitamos poder expresar lo que sentimos sin miedo”
¿Ustedes como movimiento reciben apoyo internacional? ¿Se sienten acompañados por la comunidad internacional?
Se ha avanzado mucho. Con Cuba siempre ha habido una especie de romantización sobre la revolución. Siempre se lo ha visto como un proceso de justicia social. Y lo que ha quedado de manifiesto en los últimos años es justamente todo lo contrario. Las personas salieron a gritar libertad y a pedir el cambio del sistema. Eso cambió mucho la opinión del mundo sobre Cuba. Y se ha avanzado mucho con las organizaciones internacionales, con las que muchos de nosotros estamos en contacto directo, proveyendo información para visibilizar lo que sucede. Ellos nos ayudan a llevar registro de los presos, de las reclusiones, de desapariciones y migraciones forzosas. Y esa información es crucial para, por ejemplo, fortalecer los informes de Naciones Unidas. Lo que sucede es que lo que puedan dictaminar estas organizaciones no es vinculante, y por ende no se refleja en cambios en lo que sucede dentro de Cuba. Por otro lado, a nivel estados, las relaciones económicas de muchos países con Cuba no se han visto afectadas, es decir, a pesar de todo, siguen comerciando con el régimen, y sosteniendo a la dictadura.
¿Cuál es tu visión sobre el sostenimiento del régimen durante tantos años? ¿Pensás que el 11J fue solo una foto o el inicio de algo más profundo?
Lo que se está dando es más bien un proceso de rebelión continua. Lo del 11J fue realmente muy importante, porque se dieron protestas y manifestaciones en más de 60 ciudades de todo el país. Pero luego de eso, lo que se ha dado fueron protestas más puntuales, a veces en varias localidades en simultáneo. Por ejemplo, el 10 de octubre último se salió en 15 pueblos en todo el país. Lo que pasa, es que el régimen corta internet de manera masiva para evitar que las manifestaciones se encadenen, como sucedió el 11J. Eso es muy frustrante, sobre todo porque se pierde la posibilidad de conocer lo que está pasando en esas manifestaciones. Y puede pasar cualquier cosa, porque el 11J el régimen salió a disparar a las calles.
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Las manifestaciones del 11J. Los derechos humanos en Cuba, en peligro
Foto: Jorge Luis Baños/IPS
En medio de este proceso de rebelión constante, no podemos prever qué va a pasar. Pero estamos seguros que en algún momento va a haber un estallido social grande. Se han visto imágenes muy fuertes, con personas cerrando vías públicas para que la policía no pudiera ingresar a algunas localidades. Pero creemos que la violencia puede ir en aumento, hemos visto a la policía y a las fuerzas paraestatales golpeando a gente en las calles. Eso es el incentivo más fuerte para la gente, porque no quiere que los repriman más. El régimen cubano ya no tiene muchos apoyos en el interior del país, aunque haya mucha gente que no habla por miedo. El mayor apoyo es el de las fuerzas y el de los propios miembros del gobierno, que no quieren perder su posición. Y esto se combina con el control absoluto de la enseñanza, desde las escuelas hasta las universidades, desde donde se sostiene todo este andamiaje ideológico e impide oxigenar el sistema. Cuando manejas las fuerzas y careces de división de poderes, entonces es lógico que un régimen se sostenga durante tantos años, porque todos los instrumentos institucionales están bajo control.
¿Cómo se puede hacer para seguir mostrando al mundo desde el arte lo que sucede en Cuba?
Ahora mismo estamos abocados a la supervivencia. Hay escasez de alimentos, cortes de energía. En lo inmediato estamos tratando de que la gente no se muera de hambre. Estamos en un momento crítico. Pero sí nos dimos cuenta del poder que tenemos nosotros desde el arte. Entonces, apuntamos a que la gente comprenda el poder que tiene como individuo, y más aún si se agrupa, con el arte como instrumento de resistencia y la creación como área de poder individual.
Lo que pasó con Patria y Vida es una muestra de lo que puede suceder con el arte. Como oposición a la frase Patria o Muerte. Fue una manera de concientizar que mi vida es importante, que no puede estar dentro de una utopía social que no se dio, que mi vida tiene que valer, y que la patria es la vida de cada uno. Patria y Vida fue asumido por la gente como un grito de lucha, fue como un despertar cívico. Ese un poco es el objetivo principal, sobrevivir, que no nos muramos todos en el intento y seguir concibiendo el arte como una forma de gritar lo que está pasando en Cuba y acompañarnos unos a otros.