13 de diciembre de 2023 - 08:53 Por Uriel Salamon Que el régimen totalitario de China ha sido acusado en innumerable cantidad de oportunidades de violar los derechos humanos no es noticia. En EL ARCHIVO hemos publicado diversas noticias que constan de ello tanto dentro como fuera del territorio del gigante asiático. Desde explotación laboral hasta persecución cultural , no obstante los avances del gobierno chino en la intromisión de la vida de las personas es cada vez más asombrosa.
El avance de Internet como herramienta de control social también es parte de ello, implementado hace algunos años el sistema nacional de crédito social que se está desarrollando actualmente tiene varios objetivos. Por un lado, el régimen chino quiere registrar el comportamiento de los ciudadanos, empresas, autoridades y organizaciones a nivel político, moral y social. Según este modelo, los ciudadanos deben adoptar cada vez más un comportamiento que favorezca el bien común y comportarse de manera socialmente ejemplar; por ejemplo, asumiendo tareas benéficas voluntariamente. Además, un sistema de puntuación aceptado y vinculante en todo el país debería promover la honestidad y la confianza en la sociedad de los individuos y las empresas.
A nivel económico, el Gobierno chino insiste en los efectos de regulación y control del sistema. Si es posible, el Estado quiere cubrir casi todos los aspectos de las actividades económicas y empresariales, regulando todo el mercado y apoyándose en las tecnologías de la información y los macrodatos. Cualquiera de sus movimientos queda archivado en el gran almacén digital donde sus datos son procesados, puntuados y juzgados por los ordenadores del Partido. Tecnología puesta al servicio del control de la ciudadanía.
A la gravedad que ya implica este rígido control social que califica a las personas en listas rojas y negras, lo cual les otorga mayores o menores posibilidades respectivamente en la interacción social, ya sea conseguir un empleo, descuentos en el transporte público, admisión en hospitales o en consultas médicas sin fianza, acceso gratuito a parques, incluso hasta privilegios a la hora de solicitar un visado para viajar al extranjero, ahora se le suma la discriminación social, suena hasta ridículo pensarlo en un país que se llama República Popular.
La disgregación social se produce a partir del uso de la aplicación WeChat, la versión china del occidental Whatsapp. WeChat provee un servicio de mensajería que incluye mensajes de texto, mensajes de voz, transmisiones en vivo (de un usuario a múltiples usuarios), videollamadas y llamadas de conferencia, envío de imágenes, vídeos y videojuegos. La aplicación también permite la creación de "chats grupales", en los que varios usuarios pueden interactuar entre ellos al mismo tiempo. Los contactos o "amigos", nombre que reciben en la aplicación, pueden ser añadidos mediante el ID de WeChat, con un número de teléfono, escaneando el código QR del usuario que se desea añadir, a partir de otras redes sociales como Google y Facebook, o mediante sus sistemas de geolocalización.
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La aplicación China que induce la discriminación
Toda esta tecnología que permite al gobierno chino vigilar movimientos de su población permite increíblemente mostrar que personas con las que te puedes cruzar cotidianamente poseen un crédito social menor. De esa forma la gente busca relacionarse con solamente quien pertenecen a su "status" para no perder beneficios de un crédito social pero incurre en una gravísima implementación de las herramientas para generar discriminación social.