9 de marzo de 2023 - 14:05 Por Sarai Avila China no deja de sorprendernos. Hace algunas semanas se hizo viral un video ( ) que muestra la realidad de muchas y muchos jóvenes chinos: son los ciber-mendigos. No es la primera vez que esta clase de contenido circula en las redes. Notas, tuits, videos en Tik Tok o Youtube, muestran una verdad alejada de la concepción occidental de elaborar contenido.
https://twitter.com/RealSexyCyborg/status/1624417606416596993
El video que muestra a streamers filmando en las calles de Guilin, ciudad del sur de China, es impactante. Cientos de personas, ubicadas contiguamente, graban o transmiten en vivo. El lugar donde se ubican es determinante para garantizar el éxito o fracaso de su actividad. Gracias a la geolocalización, relacionada estrechamente con los algoritmos que permiten buscar usuarios a nivel local, lo hacen en las cercanías de zonas opulentas y de un alto nivel socioeconómico ya que las donaciones recibidas por su producción serán mayores a las que potencialmente puedan recibir de otros sectores.
Pero todo esto sucede baja la estricta y autoritaria mirada del Gobierno chino, que le permite seguir manteniendo el control sobre los ciudadanos y sus consumos. Lo que en otros países es considerado una violación a la privacidad, en China es legal: la mayoría de las plataformas o redes sociales muestran las ubicaciones de los usuarios a partir de la dirección de IP para de esa forma evitar la difamación, distorsión o negación de acciones llevadas a cabo por el Partido Comunista de China (PCCh) y sus miembros.
Diversas son las formas en que la libertad de expresión es coartada. Si de streamers e influencers hablamos, el Gobierno decretó un código de conducta de 31 principios que deben cumplirse para que el contenido generado sea mostrado a la audiencia y así se torne viral. La Administración Estatal de Radio y Televisión de China, de la mano con el Ministerio de Cultura y Turismo, establecieron que quienes no cuenten con certificaciones, conocimientos, o estudios previos, aprobados por las plataformas, no podrán hablar de temas divulgativos, reforzando el control sobre lo que circula en internet.
Yiwu Industrial & Commercial es la primera Universidad en ofrecer la carrera de influencer, donde se enseñan diversos temas que el Gobierno considera imprescindible para la creación de contenido y material audiovisual. No cualquiera puede ser influencer o streaming. De esta forma el Ministerio de Seguridad Pública de la República China puede continuar controlando todo lo que en la red circula: comentarios, “likes”, información y material, constantemente revisado por las “Brigadas de Internet”.
Naomi Wu, reconocida influencer china, contó en Twitter (Today 's Taste of Cyberpunk: Hard times for e-thots) la situación que los influyentes atraviesan. Explica que los creadores de contenido se reúnen en puentes o calles para que el algoritmo los beneficie y el contenido se haga viral. De esta forma los ingresos son bastante buenos y se potencian las ganancias. Sin embargo, la mayoría de las personas tienen otros trabajos, lo que refleja la informalidad y la precarización laboral existente. Naomi afirma que China pone muchas trabas a la creatividad debido a la coerción de la libertad, pero generar contenido audiovisual en las calles es bueno para que el arte siga creciendo.
Filmar en las calles no es la única opción. Existen las denominadas “Fabricas de Streamers”, en donde se “prestan” los equipos y materiales necesarios para la producción de contenido, a cambio de compartir las ganancias adquiridas. El Gobierno impuso un límite monetario a las donaciones y beneficios que los streamers pueden obtener, apropiándose del dinero excedente.
https://twitter.com/AlbertLloreta/status/1546478107397423104
El gigante asiático que comanda Xi Jinping no deja de sorprendernos. Considerado uno de los países con el mayor desarrollo tecnológico, el control y la coerción a lo que transcurre en las plataformas virtuales es proporcional a su crecimiento. Las restricciones continuas a las múltiples formas de libertad, pero especialmente a la de expresión, son la realidad cotidiana de la población china. Los ciber-mendigos son un claro ejemplo de un control que traspasa los límites.