18 de diciembre de 2023 - 20:59 Por Sarai Avila El domingo 17 de diciembre, el pueblo de Chile rechazó el texto propuesto para su nueva Constitución, que elaboró el Consejo Constitucional conformado mayoritariamente por la derecha conservadora. Es la segunda vez que ocurre: en septiembre de 2022, un proyecto presentado por los sectores de izquierda también fue rechazado con el 62% de los votos.
Que ninguna de las dos propuestas haya sido aprobada implica que seguirá rigiendo la Carta Magna establecida durante la dictadura de Augusto Pinochet, sancionada en 1980. En su redacción trabajaron tres comisiones de abogados nombradas por la Junta Militar, compuesta por cuatro generales. Fue plebiscitada en un referéndum en el que no había ni Tribunal Calificador de Elecciones y ni Registro Electoral, por lo que los alcaldes designados por Pinochet cumplieron ese papel en el proceso. Esta Constitución fue reformada 70 veces desde 1989: en 2005 el presidente Ricardo Lagos realizó 58 reformas y se intentó cambiar en los plebiscitos de 2022 y 2023.
Son dos las causas por las que se busca aprobar una nueva Constitución. La primera es que el texto vigente fue sancionado en época de dictadura y no de democracia. La segunda causa se debe a que los principales partidos políticos de Chile firmaron un acuerdo para abrir un proceso de nueva Constitución como respuesta a las revueltas populares y el estallido social de 2019.
La propuesta constitucional rechazada este domingo era un texto más largo que el actual; estaba compuesta por 17 capítulos, 216 artículos y 62 transitorios. Los principales cambios que proponía eran un Estado chileno social y democrático de derecho, protección a la vida de quien está por nacer, reconocimiento a los pueblos indígenas, derecho a la vivienda adecuada, trabajo decente y derecho a huelga, el derecho a vivir en un entorno seguro, paridad de género para quienes integren el Congreso, cinco derechos sociales (salud, vivienda, agua y saneamiento, seguridad social y educación), la supremacía constitucional al declarar que la Constitución es la máxima norma del ordenamiento jurídico y un nuevo diseño para el poder judicial.
Especialistas chilenos explican que el rechazo de ambos proyectos constitucionales se dio por el fenómeno que denominan “fatiga constitucional”, en referencia al hastío de los ciudadanos con respecto al proceso electoral. En 2022, la derecha llamó a rechazar el proyecto constitucional ya que la nueva Constitución era “identitaria y maximalista”. Este año, los grupos de izquierda plantearon que el concepto del proyecto queda vago debido a que se mantiene el modelo de Estado subsidiario y ratifica el papel de los privados, por lo que tildan al texto presentado más conservador que el vigente. La izquierda, que durante años propuso reemplazar la Constitución vigente, declaró que ante “una Constitución más conservadora preferimos la actual”.
Ante la derrota del domingo, el líder de los republicanos y ex candidato presidencial, José Antonio Kast, declaró que “una gran mayoría de chilenos ha rechazado la propuesta constitucional que nosotros impulsamos. Reconocemos esa derrota con mucha claridad. Fracasamos en el esfuerzo por convencer a los chilenos de que esta era una mejor Constitución que la vigente".
Por su parte, el presidente Gabriel Boric dijo que “el proceso constituyente estaba destinado a traer esperanza y finalmente ha generado frustración y hasta hastío en una parte relevante de la ciudadanía y eso no podemos ignorarlo”. Añadió que “la soberanía popular ha expresado de manera clara su voluntad y la mayoría ha votado en contra. Con esto quiero ser claro, durante nuestro mandato se cierra el proceso constitucional. Las urgencias son otras”.
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