30 de mayo de 2023 - 13:20 Por Uriel Salamon Hace casi dos años, en el marco de la cumbre climática global llevada adelante en Glasgow (Escocia), el Presidente de Argentina, Alberto Fernández, el entonces ministro de producción, Matías Kulfas, y elcanciller, Santiago Cafiero anunciaban el acuerdo alcanzado con de la firma australiana Fortescue para producir hidrógeno verde, la nueva joya de la producción energética para generar combustible de manera más sustentable y altamente demandable a nivel mundial. Se trataba de una inversión de 8.400 millones de dólares y la creación de más de 15 mil empleos directos en Argentina, y entre 40 mil y 50 mil indirectos
El anuncio incluía la construcción de una planta en la provincia de Río Negro que transformaría a esa provincia en un polo mundial exportador de hidrógeno verde en 2030, con una capacidad de producción de 2.2 millones de toneladas anuales. Eso significaría una producción energética equivalente a, por ejemplo, casi un 10% de la energía eléctrica consumida por Alemania en un año. Sin embargo, el plan está aún hoy en proyecto.
Lo clave de esta inversión, que representa tecnología de punta y futurista en materia de energía, tiene que ver con que el hidrógeno verde se obtiene en plantas que mediante energías renovables (por molinos de viento por ejemplo) y el uso de agua dulce limpia separan el hidrógeno del oxígeno con un método llamado electrólisis. Las moléculas de hidrógeno se almacenan y luego se usan como combustible. Esa energía se produce sin emitir dióxido de carbono.
Sin embargo, la parálisis de gestión política, sobre todo en año electoral, que parece afectar a la Argentina con frecuencia, conspira en contra de esta idea, mientras países vecinos como Chile y Brasil ya hicieron significativos avances en ese sentido. Se trata de una carrera al tiempo ya que para el 2030 la Unión Europea prevé una demanda de hidrógeno verde de 20 millones de toneladas anuales. La mitad deberá importarse del extranjero. Todo esto irá creciendo mientras avancen los planes de descarbonización globales. Sin embargo, en el escenario actual, la Argentina está lejos hoy de poder cubrir esta demanda: ni siquiera se aprobó la ley de promoción de hidrógeno que dará un marco normativo para facilitar las inversiones.
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El acuerdo anunciado pero que aún no avanza en Argentina
El caso de Brasil es diferente. Su marco regulatorio para la actividad fue aprobado en tiempo récord y les facilitaron el puerto y la infraestructura a los australianos que están desembolsando US$ 3.600 millones. Ya tienen listo el puerto de Fortaleza, clave para la exportación, que es una sociedad entre el puerto holandés de Rotterdam (30%) y el estado de Ceará (70%). Por su parte, Chile firmó a fines de 2022 acuerdos con el BID y el Banco Mundial para su explotación por 750 millones de US$ y comenzó en marzo de este año a producir desde el yacimiento Haru Oni, ubicado en Punta Arenas.
A diferencia de sus vecinos, en Argentina lo que se había dado a conocer como la "inversión del siglo XXI" aún espera tiempos administrativos. Desde la empresa responsabilizan de esas demoras al propio gobierno al que le reclamaron el acceso a un dólar competitivo, la eximición de impuestos para el desarrollo del parque eólico y estabilidad fiscal por 30 años.
“El Presidente les dijo a todo que sí, pero no hubo después ninguna definición”, afirman. Recientemente durante el Foro Global de Hidrógeno Verde se pidió con fuerza la sanción de un marco regulatorio, una ley que establezca reglas claras seguras y constantes para el desarrollo y la inversión. En términos reales, la ley está escrita hace tiempo pero su llegada al Congreso estuvo demorada. Según explicó Flavia Royón, secretaria de Energía de la Nación, en su disertación en Bariloche, “el texto ya fue enviado a Presidencia para su posterior llegada al Congreso”.
Mientras el resto produce, el gran anuncio de hace dos años en Glasgow es, por ahora para Argentina, " VENTA DE HUMO VERDE"