31 de marzo de 2025 - 14:08 Por Sarai Avila Miles de personas vienen llenando las calles de Turquía para manifestarse contra lo que consideran una persecución política al alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, mientras el gobierno de Recep Tayyip Erdogan intensifica la represión y endurece su discurso contra la oposición. En un contexto de crisis económica y crecientes tensiones políticas, las recientes detenciones, la violencia estatal y las críticas internacionales perfilan un escenario crítico para el futuro del país.
Erdogan: del ascenso al autoritarismo
Recep Tayyip Erdogan llegó al poder en 2003 como primer ministro y, posteriormente, en 2014, asumió la presidencia del país. Su figura ha dominado la política turca durante más de dos décadas, consolidando un modelo de gobierno que, con el tiempo, se ha vuelto más autoritario. Desde el intento de golpe de Estado en 2016, Erdogan ha reforzado su control sobre el poder judicial, la prensa y las fuerzas de seguridad, justificando su accionar en la lucha contra el terrorismo y la estabilidad del país.
El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), liderado por Erdogan, ha promovido reformas constitucionales que le otorgan al presidente un poder casi absoluto, debilitando la oposición y marginando a sectores críticos, como los kurdos y los medios independientes. En este contexto, la detención de Ekrem Imamoglu, una de las figuras más prominentes del Partido Republicano del Pueblo (CHP), representa un nuevo episodio en la escalada autoritaria del gobierno.
La detención de Imamoglu y la reacción de la oposición
Ekrem Imamoglu, alcalde de Estambul y rival político de Erdogan, fue arrestado hace una semana bajo acusaciones de "insultar a funcionarios públicos" y "socavar la estabilidad del Estado". Sin embargo, su detención se produce en un contexto de gran tensión electoral, ya que Turquía se prepara para unas elecciones que podrían definir el futuro político del país.
Imamoglu era visto como un posible candidato fuerte para enfrentar a Erdogan en los próximos comicios, y su encarcelamiento es interpretado como un intento del gobierno de evitar su participación. Para la oposición, se trata de un acto de persecución política destinado a debilitar a uno de los líderes con mayor apoyo popular fuera del AKP.
"Este es un intento desesperado del gobierno por aferrarse al poder", denunció Ozgur Ozel, líder del CHP, quien convocó a una manifestación masiva para "decir basta". Las protestas se han extendido por todo el país, con una concentración particular en Estambul, donde cada tarde miles de personas se agolpan frente al ayuntamiento coreando: "Taksim en todas partes, resistencia en todas partes".
La represión y la reacción internacional
Hasta el momento, al menos 1500 personas han sido arrestadas en el marco de las manifestaciones, según informó el gobierno turco. De ellas, 979 continúan detenidas, y entre los apresados hay al menos nueve periodistas, según la ONU. "Las protestas han sido prohibidas en tres ciudades del país de forma ilegal y más de mil personas han sido arrestadas", denunció la Oficina de Derechos Humanos de Naciones Unidas, que exigió la liberación inmediata e incondicional de los detenidos.
Por su parte, la Unión Europea y Estados Unidos expresaron su preocupación. "El respeto a los derechos humanos y a la democracia debe ser prioritario para Turquía", declaró el portavoz del Departamento de Estado estadounidense. La UE, a través de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, manifestó que "el encarcelamiento de líderes de la oposición es una señal alarmante".
A la crisis política se suma el deterioro económico del país. La lira turca ha caído a niveles históricos, lo que ha provocado un aumento de la inflación y el malestar de la población. El costo de vida ha aumentado considerablemente, y las dificultades económicas están alimentando la indignación popular contra el gobierno.
Erdogan contraataca
Ante el creciente descontento, Erdogan no ha dudado en intensificar su discurso. "Utilizan el terror callejero contra la voluntad nacional (...) Nuestras ciudades no se van a alinear con la corrupción y la injusticia. Los días de tomar las calles y secuestrar la voluntad nacional con organizaciones izquierdistas y vándalos se han terminado", declaró el presidente.
El ministro del Interior, Alí Yerlikaya, respaldó las medidas represivas: "No habrá concesiones para aquellos que intenten aterrorizar a la población o atacar nuestros valores nacionales y morales". Sin embargo, para la oposición, estos argumentos no son más que una excusa para criminalizar la disidencia.
Por ahora, las protestas no ceden y el gobierno parece decidido a mantenerse firme en su represión.La situación en Turquía sigue siendo incierta, y la proximidad de las elecciones podría agravar aún más el conflicto. La represión, la crisis económica y la indignación ciudadana marcarán los próximos meses en un país que se encuentra en un momento crítico de su historia política.