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Ataques masivos, drones iraníes

Rusia y Ucrania, la guerra que nadie puede frenar

Lejos de apaciguarse, la guerra entre Rusia y Ucrania experimentó una escalada significativa con ataques masivos, despliegue de nuevas tecnologías militares.

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2 de julio de 2025 - 12:40 Por Sarai Avila

A fines de junio, Rusia lanzó lo que autoridades ucranianas calificaron como “el ataque aéreo más masivo” desde el inicio de la invasión a gran escala en febrero de 2022. Según la Fuerza Aérea de Ucrania, se dispararon 537 armas aéreas, entre ellas 477 drones, en su mayoría del tipo Shahed, de fabricación iraní, y 60 misiles. De estos, 249 fueron derribados y 226 neutralizados, posiblemente por interferencias electrónicas.

Los ataques afectaron varias regiones, incluso zonas alejadas del frente como Leópolis y Cherkasy. En la ciudad de Drohobych, un ataque provocó un incendio en una planta industrial y dejó sin electricidad a más de 1.600 hogares. En Járkiv, un hombre murió cuando su auto fue impactado por un dron. Seis personas resultaron heridas en Cherkasy, incluido un niño. En Smila, un misil alcanzó un edificio residencial hiriendo a seis personas. En total, al menos nueve civiles murieron o resultaron heridos esa noche.

Tecnología iraní y guerra con drones

Uno de los aspectos más relevantes de esta ofensiva fue el hallazgo por parte de expertos ucranianos de un dron ruso abatido que incorporaba tecnología iraní de última generación. El artefacto, color blanco y con etiquetas en inglés bajo el sistema de rotulado estándar iraní, poseía una cámara avanzada, enlace de radio y una plataforma informática impulsada por inteligencia artificial. Esta evidencia refuerza las sospechas sobre la cooperación militar entre Moscú y Teherán.

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Expertos ucranianos indicaron que el dron incorporaba componentes iraníes “nunca antes vistos en el frente ucraniano”. La mayoría de los drones rusos se producen actualmente en la fábrica de alta seguridad Alabuga, ubicada en Tartaristán, tras un acuerdo con Irán por 1.700 millones de dólares firmado en 2022. Allí se ensamblan y modifican modelos Shahed, incluyendo versiones con ojivas termobáricas —capaces de absorber el oxígeno del entorno y provocar daños graves en organismos vivos— y sistemas de guiado mejorados. También se desarrolló una línea de drones señuelo bajo el programa denominado “Operación Blanco Falso”, cuyo objetivo es saturar y confundir las defensas aéreas ucranianas antes de que ingresen las unidades explosivas reales.

El Ministerio de Defensa británico advirtió que los recientes ataques israelíes en Irán podrían afectar el suministro futuro de este tipo de armamento a Rusia. No obstante, documentos filtrados revelan que, a comienzos de 2023, Irán ya había enviado alrededor de 600 drones desmontados para su ensamblaje en territorio ruso, antes de que todo el proceso pasara a control local. Además, según el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), Irán habría enviado prototipos con motor a reacción para pruebas en Ucrania, aunque su uso no se ha generalizado por su alto costo.

El dron recientemente recuperado en Ucrania incluía ocho antenas —el doble que en versiones anteriores— lo cual mejora significativamente su resistencia a las contramedidas electrónicas. También poseía una cámara de alta resolución y una unidad de inteligencia artificial capaz de operar de forma autónoma en caso de pérdida de señal. Esto representa un salto tecnológico importante respecto a versiones anteriores que no podían cambiar de objetivo una vez en vuelo ni reconocer blancos móviles.

Según expertos ucranianos el diseño y los componentes del dron son tan sofisticados como costosos, y su presencia en el campo de batalla indica que Rusia no solo ha recibido hardware de Irán, sino también know-how técnico y asistencia en la integración de tecnología avanzada. La inteligencia ucraniana también ha detectado drones con hasta doce antenas y piezas de origen chino y ruso en los últimos meses, lo que revela que Moscú continúa accediendo a tecnología internacional a pesar de las sanciones.

La producción rusa de drones de origen iraní, especialmente los Shahed, ya no se limita a la copia básica del modelo original. Se ha convertido en una industria propia que adapta, mejora y distribuye estos sistemas con variantes específicas: algunos se usan como kamikaze, otros como señuelo, y los más sofisticados se reservan para ataques de precisión sobre infraestructura crítica como redes eléctricas o refinerías.

Este avance en capacidades no tripuladas ha obligado a Ucrania a adaptar sus defensas, pero también a redoblar sus esfuerzos en el desarrollo de drones propios. La guerra, en este sentido, se ha convertido en un verdadero laboratorio de innovación armamentística, donde la inteligencia artificial, el sigilo electrónico y la autonomía operativa son los nuevos ejes del conflicto.

Ucrania responde con ataques a fábricas rusas

El 1 de julio, Ucrania respondió con un ataque a la Planta Electromecánica Kupol, ubicada en la ciudad rusa de Izhevsk, a unos 1.300 kilómetros de la frontera. Según el SBU, los drones ucranianos impactaron en al menos dos edificios de la planta, que produce sistemas antiaéreos Tor y drones de ataque Harpy-A1. El gobernador regional Alexander Brechalov confirmó la muerte de al menos tres personas y 35 heridos, diez de ellos en estado grave.

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Durante junio, Rusia lanzó un récord mensual de 5.438 drones contra Ucrania, superando los 3.974 del mes anterior. En respuesta, Zelenski declaró que “la prioridad son los drones, los drones interceptores y los drones de ataque de largo alcance”, y anunció que la producción nacional se incrementará significativamente.

Conversaciones diplomáticas y rol internacional

En medio del recrudecimiento del conflicto, el presidente francés Emmanuel Macron y su par ruso Vladimir Putin mantuvieron una conversación telefónica de más de dos horas, la primera desde 2022. Macron reiteró el apoyo de Francia a la “soberanía e integridad territorial de Ucrania” y pidió un alto el fuego inmediato. Por su parte, Putin responsabilizó a Occidente por el conflicto y subrayó que cualquier acuerdo de paz debe “basarse en las nuevas realidades territoriales”.

Polonia, país miembro de la OTAN, activó todos sus recursos de defensa aérea durante el ataque del 29 al 30 de junio debido a la cercanía de los bombardeos rusos con su frontera oriental. En paralelo, Ucrania recibió la visita del presidente saliente Andrzej Duda y reafirmó su intención de mantener relaciones estrechas con el país vecino, a pesar del nuevo liderazgo nacionalista.

Otro actor clave fue Corea del Norte. Según el ministro de Defensa ucraniano, Rustem Umérov, Pyongyang ya ha desplegado 11.000 militares junto a Rusia, integrantes de sus fuerzas especiales. “El uso por parte de Rusia del contingente norcoreano indica problemas reales con su capacidad de movilización”, dijo Umérov.

Cambios en el terreno y perspectivas

Las fuerzas rusas continúan avanzando lentamente en algunas zonas del este, con operaciones diarias que involucran a grupos reducidos de infantería, muchas veces sin blindaje, respaldados por drones. El comandante ucraniano Oleksandr Syrskyi afirmó que Rusia cuenta con 111.000 soldados en un solo sector del frente cerca de Pokrovsk y que la “ofensiva de verano” lanzada por Moscú está llegando a su fin. A pesar de sus avances militares, Rusia enfrenta crecientes dificultades económicas. El presupuesto militar representa el 40% del gasto público y el 6% del PIB. Putin reconoció que el crecimiento será “mucho más moderado”, y la jefa del Banco Central ruso advirtió que los fondos de reserva están casi agotados. Aun así, el Kremlin mantiene su capacidad de movilizar tropas superiores en número a las ucranianas.

Putin ratificó su postura sobre el conflicto al declarar: “Tenemos un dicho… donde pisa un soldado ruso, es nuestro”. Mientras las conversaciones de paz siguen estancadas, el frente sigue activo y la escalada tecnológica y militar parece no tener fin en el corto plazo.

A su vez, Ucrania lanzó un ataque masivo con hasta 40 drones contra Lugansk, controlada por Rusia. Según Leonid Pásechnik, jefe de la República Popular de Lugansk, los drones impactaron en depósitos de petróleo, hospitales y edificios residenciales. “Ucrania está sufriendo derrotas en el campo de batalla, por eso ataca ciudades pacíficas”, afirmó Pásechnik.

Salida del Tratado de Ottawa y aumento en la producción militar

Otro cambio significativo fue el anuncio de la retirada de Ucrania de la Convención de Ottawa que prohíbe las minas antipersonales. Zelenski firmó un decreto para abandonar el tratado, argumentando que “Rusia no es parte de esta convención y está utilizando minas masivamente contra nuestros militares y civiles”, según declaró Roman Kostenko, legislador ucraniano.

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Ambas naciones han convertido el campo de batalla en un espacio de pruebas armamentísticas. Se estima que Rusia produce cerca de 200 drones Shahed por día y mantiene un inventario de 6.000 unidades. Ucrania, por su parte, proyecta fabricar decenas de miles de drones este año, además de los cuatro millones ya producidos.

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