29 de junio de 2025 - 12:55 Por Sarai Avila La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) cerró una de sus cumbres más complejas en años, con la aprobación de un acuerdo histórico para elevar el gasto en defensa al 5% del PIB de cada país miembro para 2035. La cita, realizada en La Haya los días 24 y 25 de junio, estuvo atravesada por la presión directa de Washington, el creciente temor a una amenaza rusa y un enfrentamiento político entre el presidente de España, Pedro Sánchez, y su homólogo estadounidense, Donald Trump.
El aumento del gasto militar —que desglosa un 3,5% en defensa básica y un 1,5% en infraestructura crítica y ciberseguridad— busca reforzar la capacidad operativa de la OTAN en un contexto global marcado por la guerra en Ucrania, las tensiones en Medio Oriente y el avance de potencias como China. Según el secretario general de la Alianza, el neerlandés Mark Rutte, se trata de un “salto cuántico” en la defensa colectiva.
Pero no todos los aliados estuvieron de acuerdo. España fue la única nación en expresar públicamente su rechazo a esta meta, argumentando que comprometería el gasto social y el modelo de bienestar del país. Sánchez planteó una contribución del 2,1% del PIB, respaldado por técnicos de Defensa españoles, lo que desató una dura respuesta por parte de Trump: “España es el único país que se niega a pagar. Vamos a hacer que pague el doble. Lo digo en serio”, declaró.
Un escenario tenso
Desde el comienzo, la cumbre estuvo marcada por el peso simbólico de La Haya, sede de tribunales internacionales, y por la urgencia de presentar una OTAN fuerte ante las amenazas externas. Sin embargo, las fracturas internas no tardaron en aparecer.
Trump llegó a la reunión con un claro objetivo: reafirmar el liderazgo estadounidense y exigir que los aliados europeos aumenten su inversión en defensa. Durante su intervención, remarcó que Estados Unidos ya cubre más del 60% del gasto total de la OTAN y advirtió que reconsiderará su presencia militar en Europa si los socios no cumplen. La amenaza no es menor: hoy hay más de 80.000 tropas estadounidenses desplegadas en el continente.
La reacción española fue inmediata. Sánchez, atravesado además por una crisis política interna derivada de un escándalo de corrupción que afecta a su partido, insistió en que elevar el gasto al 5% era “irrazonable” y “contraproducente”. A su juicio, eso implicaría “aumentar impuestos a la clase media y recortar servicios públicos”. Pese a las críticas, España firmó la declaración final, que según el Ejecutivo español permite una interpretación flexible del compromiso.
El cruce con Trump
El enfrentamiento entre ambos mandatarios tuvo su punto álgido en las ruedas de prensa posteriores. Trump tildó la postura española de “terrible” y amenazó con represalias comerciales. “Cuando negociemos un acuerdo comercial, España va a pagar el doble”, afirmó. Sánchez respondió: “España siempre es la solución, nunca es el problema”. Reveló además que no hubo ningún saludo ni conversación con el presidente estadounidense durante la cumbre, algo que atribuyó a “una casualidad”.
El vínculo personal entre Trump y Sánchez nunca fue fluido. Se conocieron en 2018 durante otra cumbre de la OTAN, cuando Trump ya había cuestionado el bajo gasto en defensa de los aliados. Desde entonces, no hubo encuentros bilaterales ni fotos significativas entre ambos. El cruce actual no solo refleja un desacuerdo sobre cifras, sino también una diferencia profunda en visiones geopolíticas, especialmente respecto al papel de la Unión Europea, la relación con Palestina y el multilateralismo.
Un contexto internacional frágil
La cumbre de La Haya se desarrolló bajo una atmósfera global de alta tensión. A la guerra en Ucrania se suman los bombardeos de Estados Unidos a instalaciones nucleares iraníes, el deterioro de las relaciones entre Occidente y China y la presión de potencias del sur global que piden una arquitectura de seguridad más inclusiva.
La OTAN también abordó el apoyo a Ucrania, aunque con un tono más moderado que en cumbres anteriores. El presidente ucraniano Volodímir Zelensky participó de encuentros bilaterales y logró un acuerdo con Dinamarca para producir armamento en territorio europeo. Sin embargo, la declaración final solo mencionó dos veces al país invadido y evitó referencias a su eventual ingreso a la Alianza, lo que generó críticas de algunos aliados.
El gasto militar como punto de fractura
El objetivo del 5% representa un salto notable respecto al anterior umbral del 2%, establecido en la cumbre de Gales en 2014. Entonces, solo tres países cumplían con la meta. Hoy son 22 los que han alcanzado o están cerca del nuevo piso, entre ellos Alemania, Francia, Reino Unido y los Estados bálticos.
Pero otros, como España, Bélgica o Eslovaquia, han planteado reparos. “Cada país tiene que encontrar el dinero”, admitió Rutte. El problema es que muchas economías europeas enfrentan déficits fiscales elevados y una creciente presión por gasto social debido al envejecimiento poblacional. Cumplir el 5% implicaría, en algunos casos, llevar el déficit al 8%, algo difícil de justificar políticamente.
El presidente francés Emmanuel Macron fue uno de los que marcó distancia con Trump. Criticó que Estados Unidos exija más gasto militar mientras mantiene aranceles contra Europa. “No tiene sentido librar una guerra comercial entre aliados”, sentenció.
Pese a los desacuerdos, todos los países firmaron la declaración final. Pero la ambigüedad del texto —que evita expresiones como “cada aliado” y deja margen para interpretaciones— muestra que la unidad de la OTAN es más frágil de lo que sus líderes intentan mostrar.
El llamado de Trump a “hacer que Europa pague más” va en línea con su política de “América primero” y refuerza su perfil de candidato de cara a las elecciones presidenciales en su país. Del otro lado, Sánchez enfrenta una tormenta política interna y una creciente presión para convocar elecciones anticipadas. La cumbre de La Haya dejó en claro que la OTAN está en un proceso de redefinición.