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Trump contra los cárteles de la droga

Narcoterrorismo de Estado: del cerco a Nicolas Maduro a la complicidad de Gustavo Petro

El Cártel de los Soles liderada por Nicolas Maduro se extiende desde Caracas hasta Madrid. EEUU despliega su mayor operativo militar en el Caribe en décadas

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25 de octubre de 2025 - 10:25

La guerra contra las drogas mutó. El 20 de enero de 2025, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que redefine el paradigma: los cárteles del narcotráfico pueden ser designados como organizaciones terroristas sin aprobación del Congreso, lo que habilita la intervención militar directa en territorio extranjero. Trump mira a Nicolas Maduro.

En las aguas del Caribe Sur, Estados Unidos ha desplegado el portaaviones Iwo Jima, seis destructores misilísticos, un submarino de propulsión nuclear, 15 aviones F-35, seis drones Reaper y dos escuadrillas de F-16. Según analiza el ex vicepresidente argentino Carlos Ruckauf, resulta "demasiado para frenar narco-contrabandistas y suficiente para atacar objetivos en territorio venezolano".

Maduro, líder del cártel de los Soles

Lo que distingue esta operación de anteriores esfuerzos antinarcóticos es su objetivo político. Washington ya no persigue únicamente el tráfico de drogas: apunta directamente contra lo que considera un "narco-Estado" encabezado por Nicolás Maduro, líder del denominado Cártel de los Soles. "Este cártel consiste en una banda integrada por generales, y las complicidades se extienden a políticos y empresarios de Iberoamérica", señala Ruckauf. Entre los principales señalados figuran Diosdado Cabello, Vladimir Padrino López, Jorge Rodríguez y Delcy Rodríguez. Sobre Maduro pesa una recompensa de 50 millones de dólares.

El cambio de estrategia obedece a una realidad incontestable: el desafío actual es el fentanilo, un opioide sintético 50 veces más potente que la morfina, que causa aproximadamente 100.000 muertes anuales en Estados Unidos entre personas de 18 a 45 años. Este negocio ha convertido a ciertos gobiernos en socios del crimen organizado, generando lo que analistas denominan "narco-Estados" con capacidad para desestabilizar regiones enteras.

Colombia acaba de perder su certificación ante el gobierno estadounidense, un golpe que resuena con ecos de 1996, cuando la administración Clinton descertificó al presidente Ernesto Samper por recibir dinero del narcotráfico. Ahora, el presidente Gustavo Petro enfrenta acusaciones similares. "Está documentado, por confesión de su hijo y testimonio de su nuera, que Petro también recibió dinero narco para su campaña", afirma Ruckauf. A esto se suma una expansión significativa de los cultivos de coca durante su mandato, que concluye en 2026.

Gustavo Petro en la mira

La situación colombiana es particularmente delicada porque el país comparte 2.200 kilómetros de frontera porosa con Venezuela y alberga cerca de tres millones de refugiados venezolanos. Como señala el analista Guillermo Pérez Flórez en El País de España, "una crisis en Venezuela golpearía a Colombia y podría desestabilizarla, además de dar ventajas operativas a los narcotraficantes". Pérez Flórez advierte que Petro podría instrumentalizar la situación para obtener réditos electorales en 2026, despertando viejos sentimientos antiimperialistas en el pueblo colombiano.

La trama del Cártel de los Soles cruza el Atlántico y alcanza a Europa. En enero de 2020, Delcy Rodríguez aterrizó en el aeropuerto de Barajas pese a tener prohibido el ingreso al espacio Schengen. El entonces ministro español José Luis Ábalos se reunió con ella en un encuentro que derivó en el escándalo "Delcygate". En octubre de 2024, la Guardia Civil confirmó que el presidente Pedro Sánchez supo de la llegada cuatro días antes y autorizó personalmente su ingreso. Ruckauf plantea la pregunta sin respuesta: "¿Qué había en las maletas cuyo ingreso se permitió? Sigue siendo una incógnita no revelada, aunque imaginada por muchos". También el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero está siendo investigado en Estados Unidos por sus vínculos con Maduro.

Detrás del despliegue militar hay una dimensión geopolítica crucial. En la nueva guerra fría del siglo XXI, Estados Unidos y China buscan delimitar áreas de influencia. Según Ruckauf, Trump y Xi Jinping se reunirán pronto para establecer acuerdos sobre amenazas comunes, particularmente el crimen organizado supranacional. Estados Unidos ha peticionado a China una "especial contención de los contrabandistas chinos encargados de realizar envíos de fentanilo a México", donde los cárteles lo mezclan con cocaína y lo introducen en el mercado estadounidense.

Inédita fuerza militar desplegada

El tamaño de la fuerza desplegada genera especulaciones sobre las intenciones reales de Washington. Con 4.500 soldados, la operación es significativa pero insuficiente para una invasión tradicional que requeriría al menos 150.000 hombres, según Frank Mora, ex subsecretario de Defensa. "Todo indica que la operación en curso sigue los mismos pasos que la de Bin Laden y no los de una ocupación territorial", analiza Ruckauf. Es decir, una operación quirúrgica de alta precisión para capturar objetivos específicos, no para ocupar territorio. El problema, como señala Pérez Flórez, "no sería entrar, sino cómo salir".

El control del Caribe es clave en la estrategia de Trump. La orden ejecutiva permite a Estados Unidos hundir embarcaciones sospechosas sin necesidad de presentar pruebas, considerando a sus ocupantes "combatientes ilegales". El secretario de Estado Marco Rubio fue explícito en septiembre: "No me importa lo que dice la ONU. Maduro está acusado por un gran jurado del distrito sur de Nueva York. No existe duda de que Maduro es un narcotraficante".

Las próximas semanas serán decisivas. La reunión entre Trump y Xi Jinping podría establecer un nuevo marco de cooperación antinarcóticos. Mientras tanto, los buques de guerra estadounidenses mantienen su posición en el Caribe. El Cártel de los Soles ha demostrado tener un largo brazo que alcanza desde Caracas hasta Madrid, desde Bogotá hasta la Ciudad de México. La pregunta ya no es si Estados Unidos actuará, sino cuándo y con qué consecuencias para una región que no puede permitirse otra década perdida en guerras contra enemigos que mutan más rápido que las estrategias para combatirlos.

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